Sudáfrica dio hoy el último adiós a los 21 adolescentes que murieron a finales de junio en una taberna de la ciudad de East London (sureste), en circunstancias aún por aclarar, con un funeral conjunto encabezado por el presidente del país, Cyril Ramaphosa.
«Estamos aquí para llorar a los 21 jóvenes que murieron. Cada uno tenía un alma hermosa, tenía sueños hermosos. Cada uno tenía un futuro brillante por delante», expresó Ramaphosa durante el funeral, organizado en un recinto deportivo del barrio humilde donde ocurrieron los hechos, Scenery Park.
«Lo que pasó fue un crimen», recalcó el mandatario, ante los ataúdes de los fallecidos y sus familiares.
Las muertes ocurrieron en la noche entre el 25 y el 26 de junio, en un local conocido como Enyobeni Tavern.
La Policía acudió al lugar tras haber recibido llamadas de alerta y encontró un total de 17 cuerpos sin vida en el local, además de un gran número de botellas de alcohol esparcidas por el lugar.
El resto de víctimas murieron en centros médicos cercanos o mientras eran trasladados, hasta un total de 21 muertos, de los cuales la mayoría eran menores de 18 años y el más joven tenía tan solo 13 años.
Hasta el momento la Policía no ha confirmado las causas de la muerte, si bien la prensa local especuló con teorías como una intoxicación por gases o agentes químicos.
Sí que se descartó oficialmente la primera hipótesis barajada, que apuntaba a una posible estampida.
Además de repasar la lista de víctimas para rendirles homenaje, Ramaphosa hizo hincapié en que esos adolescentes nunca debieron haber sido admitidos en una taberna y en que lo que estaba ocurriendo era «ilegal».
«La culpa debe caer sobre los que hacen dinero con los sueños y la vida de los jóvenes de Sudáfrica rompiendo la ley y sirviéndoles alcohol», recalcó, antes de señalar que no es la primera vez que ocurren tragedias en el país en situaciones similares.
En este sentido, el presidente sudafricano llamó a la policía y a las autoridades locales del país a mejorar en la «implementación» de las leyes contra el abuso de alcohol y los controles para que no sea vendido a menores, así como a ofrecer espacios de ocio dignos para los jóvenes, incluido en barrios vulnerables como Scenery Park.
Asimismo, admitió que Sudáfrica tiene altos niveles de alcoholismo y que es un problema al que hay que poner «fin».