Al menos siete personas murieron en las últimas horas en Argentina en saqueos durante una huelga policial en varias provincias que la presidenta Cristina Kirchner calificó de «extorsión», durante los festejos del martes por los 30 años democracia ininterrumpida.
La mandataria instó a «condenar la extorsión a una sociedad por parte de aquellos que portan armas para defenderla y no para atacarla» y denunció que «quieren instalar el miedo».
Las muertes se produjeron la noche del lunes y las primeras horas del martes en Chaco (noreste), Jujuy (norte) y Tucumán (norte), donde además se registraron decenas de heridos y centenares de detenidos durante pillajes a comercios y viviendas.
«Soy hija de trabajadores, nunca me sobró nada, trabajo desde los 18 años pero jamás se me ocurrió ir a saquear un comercio para tener un televisor mejor», dijo Kirchner.
Las revueltas policiales por demandas salariales y los saqueos comenzaron la semana pasada en numerosas provincias y ya habían dejado un muerto en Córdoba (centro) y en Entre Rios (este).
En Chaco, un joven murió por una herida de arma blanca durante saqueos en Resistencia, la capital, mientras que un subcomisario falleció por las heridas recibidas cuando defendía un supermercado, informó el martes el gobierno provincial.
«La situación anoche era descontrolada. Estuvimos a punto de una masacre», denunció el martes el vicegobernador, Juan Carlos Bacileff, al detallar «la situación caótica» que atravesó su provincia por la huelga de policías.
«Estoy consternado por lo que ocurrió en mi provincia. No puedo creer que hemos tenido un respaldo de 60,7% (de votos en las legislativas del 27 de octubre) y se hayan expresado de esta manera», dijo Jorge Capitanich, quien dejó hace tres semanas la gobernación del Chaco para asumir como jefe de Gabinete de la presidenta Cristina Kirchner.
En Tucumán, donde un centenar de policías se mantienen acuartelados, se registraron violentos saqueos la noche del lunes con al menos un muerto y 35 heridos, confirmados por Diego Eskenazi, director del hospital Zenón de Tucumán.
«Nos atacaron tres veces. Los saqueadores se llevaron televisores y electrodomésticos. Andaban en carros y en motos, pero hubo un grupo que se llevó las cosas robadas en una (camioneta Toyota) Hilux y en una (Ford) Eco Sport», contó Ezequiel Pedrosa, gerente de un supermercado tucumano.
El movimiento policial no afectó a las fuerzas federales, de unos 44.000 policías y 34.000 gendarmes, y se limita a algunas del ámbito provincial, donde hay más de 200.000 efectivos, cuyos salarios dependen de cada una de las 24 administraciones provinciales.
El aniversario de la democracia
En medio de la tensión, el gobierno federal realizó un festival popular convocado bajo el título «Democracia para siempre» en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, para celebrar el 30 aniversario de la restauración democrática.
El 10 de diciembre de 1983 asumió la Presidencia el radical Raúl Alfonsín (1983/89), ya fallecido, tras la dictadura (1976/83) que dejó 30.000 desaparecidos, según organismos humanitarios, y se inició el más extenso período democrático ininterrumpido desde la independencia argentina en 1816.
Focos encendidos
La situación comenzó a volver a la normalidad en la mayoría de los distritos, aunque se mantenían focos de protesta en Tucumán y en Santa Fe (centro-este).
En Córdoba, unas 300 personas fueron detenidas en los últimos días y «se recuperaron enorme cantidad de electrodomésticos robados en saqueos», afirmó el gobernador José Manuel de la Sota.
Muchos de los saqueadores eran de clase media, dijo De la Sota.
En Tierra del Fuego, en el extremo sur del país, un centenar de policías se mantenían acuartelados, según medios locales.
En la ciudad balnearia de Mar del Plata, 400 km al sur, donde se levantó la huelga tras ser duplicado el salario de policías, el fiscal Daniel Adler denunció «por asociación ilícita agravada en concurso con sedición» a una decena de «cabecillas policiales y agitadores civiles».
Los episodios recordaron lo ocurrido en diciembre de 2012, cuando cuatro personas murieron en la agroindustrial ciudad de Rosario, 300 km al norte de la capital, en medio de una ola de saqueos que sacudió a varias provincias.