En una sola noche más de 30 personas solicitantes de asilo han llegado a estar alojadas en la parroquia madrileña de San Carlos Borromeo, que se ha convertido en un lugar de referencia para quienes buscan refugio en la capital española y afrontan la falta de recursos de las administraciones y las ONG.
Entre ellas está Yeneth, que aterrizó en Madrid el pasado 4 de noviembre tras huir de El Salvador junto a su marido, su hija de diez años y su hijo de dieciséis.
Traían seis noches pagadas en un hostal pero pasaron una de ellas durmiendo en la calle para tratar de ser los primeros en la cola que se forma ante una comisaría de la Policía Nacional para obtener la cita que inicia el proceso de solicitud de asilo.
«Lo conseguimos pero esa noche fue terrible, mi hija durmió en el suelo envuelta con todo lo que teníamos. El resto estuvimos despiertos pero pasando un frío horrible», cuenta.
Tras conseguir cita, su siguiente preocupación fue buscar un alojamiento. Acudieron a los servicios municipales de Madrid y a varias ONG pero en ningún caso había plazas disponibles, lo que les obligó a volver a pasar en la calle dos noches.
Por recomendación de una trabajadora de una ONG acabaron pidiendo ayuda en la parroquia de San Carlos Borromeo, en el barrio madrileño de Vallecas, donde durmieron «cinco o seis noches» antes de ser trasladados a un centro de acogida de la Cruz Roja, en el que permanecen actualmente.
Esta parroquia se ha convertido en un punto de referencia para los solicitantes de asilo, especialmente de países latinoamericanos.
En sólo una noche más de 30 personas con esta condición han llegado a dormir en este lugar, al que remiten incluso trabajadores municipales del área social, según aseguran fuentes de la parroquia.
«Nos ha llegado gente con un bebé en brazos que venían de la calle», lamenta una voluntaria.
A lo largo del año la llegada de solicitantes de asilo a la parroquia ha sido continua, con un pico en la pasada primavera de jóvenes africanos y otro este otoño con familias procedentes de países como Colombia, Venezuela y El Salvador.
Desde principios de 2018 hasta el 30 de septiembre hubo un total de 15,807 solicitudes de asilo en la región de Madrid, mientras que en todo 2017 hubo 11.233, según cifras del Ministerio del Interior.
Desde el Ayuntamiento de Madrid aseguran que no tienen «ningún tipo de competencia» en la atención a estas personas que, según señalan, es un asunto que corresponde al Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.
Fuentes de ese ministerio explican que en Madrid hay 1,243 plazas de acogida temporal y otras 300 de primera acogida, a las que pueden acceder los solicitantes de protección internacional que acrediten esta condición así como su necesidad.
En caso de que estos recursos sean insuficientes, el Ministerio deriva a los solicitantes de asilo al Ayuntamiento de Madrid o la propia parroquia de San Carlos Borromeo, con la que colaboran una trabajadora social y una abogada que presta asistencia jurídica.
Además, este curso ha empezado a funcionar un grupo de voluntarios formado por profesores jubilados que dan clase a menores mientras avanzan las gestiones para su escolarización.
«Están en un ambiente donde socializan y se sienten bien porque comparten sus conocimientos y experiencias», dice María (nombre ficticio), solicitante de asilo llegada de El Salvador cuyos hijos de nueve y trece años están yendo a estas clases.
En su caso no llegó a pasar con su familia ninguna noche alojada en la parroquia, pero la considera un lugar de refugio para personas que, como en su caso, están en un «limbo» y no saben «dónde ir».
«Sirve de terapia. Uno se siente acogido», comenta agradecida.