El Salvador
martes 19 de noviembre de 2024

Salvadoreña pasa de indocumentada en EE.UU. a estudiante de Universidad de Princeton

por Redacción


Una migrante salvadoreña estudiará en una de las universidades más prestigiosas del mundo, Princeton, como becaria de Gates Millennium, un programa establecido por Bill Gates.

Buscando una vida mejor, los padres de María José Solórzano se fueron para Los Ángeles, California, Estados Unidos. Ella solo tenía pocos meses de edad y la dejaron en El Salvador.

Cuatro años después, no obstante, un permiso de viaje reunificó a María José con su familia, pero se encontró en esa ciudad con las desigualdades por carecer de un estatus migratorio.

“Después que expiraron mi visa y las de mis padres estuvimos indocumentados 10 años”, contó Solórzano (ahora de 18 años) al periódico SinEmbargo.

Una frase que la adolescente escribió hace unos días sobre un pizarrón negro confirma que valió la pena tanto sacrificio: “Me voy a Princeton”.

Princeton, considerada una de las mejores universidades del mundo, le ofreció a María José un espacio en su clase de nuevo ingreso para que estudie biología molecular. Sus logros escolares y empeño la llevan al campus del que se graduaron la Primera Dama, Michelle Obama, y la juez Sonia Sotomayor, según la referida publicación periodística.

“Me siento muy afortunada que mis padres pudieron venir a este país, porque no sé cómo sería mi vida si ellos no hubieran tomado esa decisión”, dijo la joven, quien es hija de un bodeguero y de una niñera, añade SinEmbargo.

Antes de que María José fuera becaria de Gates Millennium, un programa establecido en 1999 por el genio de la computación Bill Gates, ella experimentó lo que muchos indocumentados. “A veces cuando íbamos al doctor se notaba la diferencia porque algunos de mis compañeros no tenían que pagar por las medicinas y nosotros sí”, relata.

Foto tomada de La Opinión.

Foto tomada de La Opinión.

Además de los retos financieros y de la cobertura sanitaria inadecuada, tuvo que sobrellevar el alcoholismo de su padre. “Eso me afectó”, dice atribuyendo su timidez en la escuela a la enfermedad que su padre trata de superar con un día de sobriedad a la vez desde hace cinco años.

Cuando tenía 14 años se legalizó y en la preparatoria Belmont se unió a un programa de la Universidad del Sur de California (USC) que le ofreció clases avanzadas y tuvo la oportunidad de visitar algunos institutos de prestigio. Así conoció a su futura escuela.

“Aunque Princeton es Ivy League −así se les llama a las ocho universidades más prestigiosas del país− se enfoca mucho en los estudiantes, eso me da más oportunidades de hacer investigación en ciencias y tener una mejor relación con mis profesores”, dice la joven salvadoreña.