Rusia investiga el lanzamiento accidental por un avión ruso de un misil que cayó en Bélgorod, región fronteriza con Ucrania, que demanda a sus aliados occidentales más armamento pesado precisamente para repeler ese tipo de ataques aéreos.
El proyectil, que dejó tres heridos y causó alarma social entre la población local, causó un cráter de 20 metros de diámetro en el centro de la capital regional.
La explosión del proyectil, cuyo tipo no ha precisado el Ministerio de Defensa de Rusia, también afectó a varios edificios residenciales, coches y postes de líneas eléctricas.
Defensa añadió que se ha puesto en marcha una investigación para esclarecer las causas de incidente, que recuerda el accidente sufrido en octubre por un caza Su-34 que causó 16 muertos al estrellarse contra un edificio en el sur del país.
La bomba alerta a Kiev
Según expertos militares ucranianos, en Bélgorod cayó una bomba aérea, de las que Rusia lanza con frecuencia contra territorios fronterizos ucranianos.
Estos proyectiles pueden ser lanzados a una distancia de hasta 70 kilómetros y son capaces de burlar las defensas antiaéreas de Kiev.
De acuerdo con la Fuerza Aérea ucraniana, en las últimas semanas los rusos lanzaron unas 20 bombas de ese tipo en toda la línea del frente y para interceptarlas se requieren armas más modernas, recoge el portal NV.ua.
Mientras, el portavoz de la Fuerza Aérea, Yuriy Ignat, advirtió de que bombas como la de Bélgorod «podrían caer también en otros lugares», porque los rusos «lo hacen todo rápido» y descuidan la calidad.
Según Ignat, el proyectil que cayó en Bélgorod es «una vieja bomba soviética», pero apta para ser modernizada.
El portavoz reiteró que por eso las fuerzas ucranianas esperan recibir más sistemas de defensa aérea de largo alcance, como Patriot y otros como SAMT/T.
Los aliados, en Ramstein
Simultáneamente, los aliados de Ucrania volvieron a reunirse hoy en la base aérea de Ramstein (Alemania) para coordinar su ayuda militar a Kiev, que demanda más armas y municiones de cara a su próxima contraofensiva.
El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, aseguró que el apoyo internacional a Ucrania sigue siendo «firme y verdadero» y anunció la pronta llegada a Alemania de los carros de combate «Abrams» prometidos a Ucrania para que sus soldados puedan aprender a manejarlas.
El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, recién llegado de Kiev, confirmó por su parte que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aceptó la invitación de acudir a la próxima cumbre de la OTAN en Vilna el próximo julio.
Anteriormente, Zelenski había expresado su confianza en que la reunión en Vilna fuera decisiva tanto para Kiev, como para toda la OTAN.
El Ministerio de Exteriores ruso denunció hoy «los crecientes apetitos» del presidente ucraniano que «no deja de exigir nuevo y moderno armamento de Occidente» para atacar objetivos también en la retaguardia rusa.
«Hoy en una nueva reunión del grupo de contacto para Ucrania en Ramstein Kiev pretende pedir urgentes envíos de sistemas de defensa antimisiles y proyectiles de largo alcance», señaló el ministerio ruso de Exteriores.
El Kremlin acusa a la OTAN de arrastrar a Ucrania
Más allá del tema armamentístico, Stoltenberg aseguró hoy que «el futuro de Ucrania está en la familia euroatlántica» y que todos los socios de la OTAN han acordado que Ucrania se convierta en miembro de la Alianza.
A la vez, el principal objetivo ahora, agregó, es «garantizar que Ucrania prevalezca» y que el presidente ruso, Vladímir Putin, «no gane la guerra», porque «sin una Ucrania soberana e independiente no tiene sentido discutir una adhesión».
El Kremlin no tardó en reaccionar a esas declaraciones y acusó a la OTAN de querer «arrastrar» a Ucrania al bloque euroatlántico, atentando así contra la seguridad de Rusia.
«La OTAN sigue mostrando su esencia agresiva, de la que hablamos incluso antes del inicio de la operación militar especial. Evidentemente continúa con su línea de absorber y arrastrar a Ucrania a la Alianza», dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
Este jueves, el Kremlin ya había reconocido que uno de sus objetivos en Ucrania es precisamente evitar que el país ingrese en la Alianza Atlántica.