Portugal celebraba este viernes el 40º aniversario del final de la dictadura salazarista, tres semanas antes de liberarse de la tutela de sus acreedores, que la población considera tan agobiante como el yugo del régimen que cayó en 1974.
Al igual que en 2012 y 2013, los capitanes de la Revolución de los Claveles boicotean las ceremonias oficiales, por considerar que la política de austeridad llevada a cabo por el gobierno, a cambio de los fondos otorgados por la «troika» (Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), traiciona los ideales de aquella gesta.
40 años después de la Revolución, miles de portugueses participaron en la capital en el tradicional desfile en la avenida de la Libertad, que se convirtió en una manifestación contra la austeridad.
«¡El 25 de abril está en la calle, la lucha continúa!», gritaron los manifestantes, convocados por los capitanes de abril, los principales sindicatos y partidos de extrema izquierda.
«Tenemos ahora la libertad en Portugal, pero la política es ultraliberal, dictada por la troika», se lamentó Antonio Nabais, de 76 años, militante antifascista que pasó más de cinco años de su vida en las cárceles de la dictadura, torturado por la policía política.
El 25 de abril de 1974, los portugueses pasaban página a 48 años de una dictadura dirigida por Antonio Oliveira Salazar hasta 1968 y luego por su sucesor Marcelo Caetano.
La mañana del 25 de abril, Lisboa se despertó con el ruido de los blindados que entraban en la ciudad. Los jóvenes militares, recibidos con entusiasmo por los lisboetas, colocaron claveles rojos en el orificio de los cañones de sus fusiles, una flor de temporada que de inmediato se convirtió en el símbolo de esta asonada pacífica.
La instauración de la democracia fue de par con numerosas conquistas sociales: libertad de expresión, instauración de un sueldo mínimo, derecho de huelga, elecciones libres, seguro de salud para todos, igualdad de derechos entre hombres y mujeres…
En 1986, el país entra en la Unión Europea (UE) y experimenta un desarrollo económico sin precedentes, que se ve frenado por el sobreendeudamiento.
El país se sume entonces en una crisis que en 2011 le conduce a pedir ayuda financiera a la UE y al FMI.
Última visita de la troika
Los representantes de la troika iniciaron el martes su última visita de revisión de cuentas.
Se trata de una «afortunada coincidencia» de fechas, estimó el primer ministro Pedro Passos Coelho. «Conmemoramos esta fecha simbólica prácticamente al mismo tiempo que concluimos nuestro programa de ayuda económica», agregó.
La celebración incluye una ceremonia solemne en el Parlamento, así como manifestaciones y conciertos en las calles.
Un primer desfile nocturno reunió a cientos de personas, convocadas por el colectivo «Que se joda la troika».
En momentos en que 80% de los portugueses estiman que el gobierno no respeta o respeta «poco» los valores de la Revolución de Abril, como la libertad, la democracia y la justicia social, según un sondeo publicado el jueves, las celebraciones se han visto empañadas por una polémica.
Los capitanes de la Revolución exigieron tomar la palabra en el Parlamento, pero los partidos de la mayoría de centro-derecha se opusieron, lo cual llevó a los militares a optar por hacer su «intervención en otro lugar».
El expresidente socialista Mario Soares, considerado el padre de la democracia portuguesa, se puso del lado de los capitanes y les expresó su apoyo.
«Estaré al lado de los capitanes. Si ellos no van, yo tampoco iré», dijo a la AFP Mario Soares, de 89 años.
«No tenemos que olvidar que les debemos la democracia», observó el ex jefe del Estado, que en el Gobierno provisional tuvo a cargo la finalización de las guerras coloniales en África.
El coronel Vasco Lourenço, uno de los principales jefes del movimiento de los capitanes, afirmó que «haría falta una especie de nuevo 25 de Abril, que vuelva a dar esperanza a la gente».
«Es necesario un cambio, eso seguro, pero debe hacerse siguiendo las reglas democráticas», recalcó.