Perú cerró hasta el lunes cerca un centenar de celetas y puertos, como el Callao, uno de los mayores de América Latina, ante los fuertes oleajes que se registran desde el viernes en sus costas, informaron el sábado autoridades navales y la Defensa Civil.
El oleaje de mediana intensidad afecta todo el litoral peruano con inundaciones parciales en localidades por la presencia de fuertes olas que alcanzaron hasta tres metros de altura y que provocaron el colapso de 60 metros del vetusto muelle de Pacasmayo, un emblemático dique del siglo XIX que caracteriza a esa localidad del norte del país.
La dirección de Hidrografía de la marina señaló que 99 puertos y caletas estaban cerradas, y que sólo permanecían abiertas ocho, todas ellas situadas al norte en la fronteera con Ecuador.
La marejada tiene su punto de origen en tormentas en la Antártida que generaron una corriente de fuertes vientos, según el Capitán de Fragata, Luis Castañeda, jefe de Oceanografía de la Marina de Guerra del Perú.
«Normalmente esto no sucede porque el anticiclón del Pacífico Sur impide que (los vientos) lleguen al litoral. Sin embargo, como este se encuentra debilitado, las olas se propagan y llegaron a nuestras costas», señaló el responsable marino citado por la edición electrónica del diario La República.
El calentamiento de las aguas del Pacífico, debido al arribo de las ondas Kelvin y al inicio del fenómeno climático El Niño, también han contribuido al oleaje, indicaron diversos especialistas.
El Instituto Nacional de Defensa Civil recomendó a la población suspender las faenas portuarias y de pesca, además de retirar las embarcaciones pequeñas a tierra firme.
La Marina de Guerra señaló que la marejada sería de «ligera a muy fuerte intensidad», y pidió abstenerse de ingresar al mar.
Un reporte naval estimó que los oleajes anómalos irán disminuyendo gradualmente hasta el 4 de mayo, cuando se estima que vuelvan condiciones normales.
En Lima, el oleaje ocasionó el cierre temporal de la autopista que rodea el litoral de la capital peruana luego que uno de sus carriles fuera inundado por el mar y cubierto de piedras arrastradas por la corriente marina.