Decenas de miles de colombianos protagonizan este jueves una de las marchas más robustas de los últimos tiempos en contra de las políticas del presidente Iván Duque, cuyo gobierno conservador luce debilitado tras quince meses en el poder.
El diverso y abultado grupo de convocantes -sindicatos, estudiantes, indígenas, artistas, ambientalistas y partidos opositores- lidera un «paro nacional» contra los lineamientos políticos económicos, sociales y de seguridad del mandatario, justo cuando su popularidad está en rojo.
«Es un acumulado de situaciones que esperamos nosotros que, así sea en una gran mesa nacional de concertación, empecemos a revisar», explicó a AFP Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo, una de las organizadoras.
Aunque no coincidieron en un cálculo definitivo, cuatro voceros de organizaciones que promovieron el paro aseguraron a la AFP que más de un millón de personas se manifiestan en todo el país. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, las estimó en cerca de 207.000 hasta las 16H00.
Gutiérrez aseguró que «en términos generales los participantes en las marchas lo hicieron de manera pacífica», aunque reportó enfrentamientos entre encapuchados y autoridades en Bogotá, Manizales y Cali, donde la alcaldía decretó toque de queda desde las 19H00 hasta las 06H00 del viernes tras «hechos violentos» y «saqueos» que dejaron al menos siete policías y un estudiante heridos.
En la capital se enfrentaron policías antidisturbios y estudiantes, que pretendían llegar al aeropuerto internacional.
La mayoría de las movilizaciones fueron multitudinarias aunque fueron apagándose en la tarde, especialmente en la capital donde llovió en línea con los últimos días. También hubo plantones en urbes como Madrid, Berlín y Sídney.
¿»Indefinido»?
Con aire de victoria, algunas centrales obreras y manifestantes llamaron a mantenerse en las calles hasta que les responda el gobierno de Duque, quien ha debido encarar durante su mandato protestas de menor envergadura.
«Este paro está programado por 24 horas, pero si el gobierno no hace un pronunciamiento respecto a las solicitudes de los manifestantes, muchos de nosotros nos mantendremos en el paro de manera indefinida», dijo a AFP Óscar Romero, directivo de la Central Unitaria de Trabajadores, uno de los principales sindicatos.
La psicóloga Johanna Suárez acompañaba la protesta hacia la Plaza de Bolívar, el corazón político de Colombia, una nación de 48 millones de habitantes. Alrededor suyo los estudiantes cantaban, bailaban y algunos tocaban instrumentos musicales.
«La idea de un paro es que continúe a través del tiempo», afirmó Suárez. A su lado caminaban guardias indígenas y campesinos llegados del sur del país.
En Medellín, una de los lugares con más asistencia, el excomandante máximo de la exguerrilla FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), pidió al presidente que escuche las reivindicaciones. «Espero que escuchen al pueblo, tengo la esperanza de que razonen».
En algunos pasos de la capital de Antioquia los marchantes cantaban «El baile de los que sobran» de Los Prisioneros, canción símbolo de las protestas en Chile.
-Duque siguió el paro-
Duque, que reconoce la legitimidad de algunos reclamos, seguía el desarrollo del paro en un puesto de mando unificado en Bogotá con las más tas jerarquías militares y policiales, y los ministros de Defensa e Interior.
«No se puede invocar derechos para pasar por encima de los derechos de los demás», dijo temprano, en referencia a posibles actos vandálicos y afectación a la movilidad.
Antes de la protesta social, el gobierno cerró las fronteras y desplegó militares en algunas ciudades apelando a mantener el «orden público». También expulsó a al menos 24 venezolanos acusados de querer infiltrar las marchas y la policía realizó controvertidos allanamientos contra centros culturales y medios de comunicación alternativos.
Sin mayorías en el Congreso y un rechazo del 69% en las encuestas, Duque aseguró que la huelga responde a una campaña de «mentiras» que busca desatar la violencia.
Para el analista Jason Marczak, las marchas son una «demostración considerable de descontento en la región». «Los reclamos no resueltos y la profunda polarización sirven de escenario para esta manifestación masiva», opinó el experto del centro de estudios Atlantic Council, con sede en Washington.
Las centrales obreras convocaron la protesta el mes pasado, y luego se les sumaron diversos sectores.
El movimiento obrero rechaza supuestas reformas para flexibilizar el mercado laboral y cambiar el sistema de pensiones, los indígenas exigen protección por el asesinato de 134 comuneros desde que asumió Duque, y los estudiantes, más recursos para la educación pública.
Todos cuestionan las políticas económicas del gobierno, su política de seguridad enfocada en el combate del narcotráfico, el asesinato de decenas de líderes sociales y su intento de modificar el pacto de paz que desarmó a las FARC en 2016.
En una Colombia que prevé un crecimiento económico superior al promedio regional, pero con altos índices de desigualdad y desempleo, el «paro nacional» provocaba especial expectación por la convulsión social que, sin denominador común, ha sacudido a Ecuador, Chile y Bolivia.