El papa Francisco recibe el miércoles en el Vaticano por primera vez al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un encuentro delicado por sus diferencias sobre temas como cambio climático e inmigración y que genera muchas incertidumbres sobre sus repercusiones políticas.
«Es posible que el miércoles asistamos a un pequeño milagro en el Vaticano. Francisco, el anti-Trump y Donald Trump, el anti-papa, se reconciliarán ante el mundo después de un año de hielo», escribió el sábado en un editorial el diario Il Corriere della Sera.
El primer encuentro entre los dos líderes, que tendrá lugar a las 08H30 de la mañana en el palacio apostólico y bajo imponentes medidas de seguridad tras el atentado en Mánchestar, se celebra dos horas antes de la tradicional audiencia general en la plaza de San Pedro y fue fijado tras meses de especulaciones sobre la reticencia de Trump a reunirse con el pontífice durante su primera gira exterior de nueve días.
El multimillonario presidente de Estados Unidos y el primer pontífice de origen latinoamericano defienden modelos económicos y sociales opuestos, y han chocado en temas como la construcción de un muro entre EEUU y México para frenar la migración, la asistencia a los pobres, las relaciones con el mundo islámico, la estrategia en Medio Oriente y la necesidad de tomar medidas globales para aliviar el cambio climático.
«Salir del encuentro con Francisco con una imagen positiva sería una pequeña revolución. Sería una ‘pausa’ en el vía crucis que Trump está atravesando en su país tras las acusaciones por sus intrigas con los rusos y las tensiones con el FBI», asegura Massimo Franco en su editorial en el Corriere
– Convergencias –
Trump, que llega proveniente de Arabia Saudita e Israel, dos importantes aliados de Estados Unidos, buscará «convergencias» con el líder de 1.300 millones de católicos tras haberse reunido con representantes de otras dos grandes religiones monoteístas, musulmanes y judíos, recalcan varios observadores en asuntos vaticanos.
La condena al aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, son algunos de los llamados «valores no negociables» para la Iglesia católica y que Trump también rechaza con particular ahínco.
Hay que «buscar las puertas que al menos están un poco abiertas, entrar y hablar de cosas comunes, e ir hacia adelante, paso a paso», explicó a mediados de mayo el papa Francisco a la prensa a propósito del encuentro.
Antes de partir, Trump aprobó un decreto sobre la «libertad religiosa», que permitirá a los clérigos de todas las confesiones pronunciarse sobre política sin exponerse a perder las exenciones fiscales que la ley concede a las entidades religiosas.
El acuerdo acaba con muchas de las restricciones impuestas al clero desde 1954 y fue aplaudido por los sectores católicos más conservadores.
Para reactivar el diálogo con el Vaticano, el presidente de EEUU, un presbiteriano apoyado por sectores ultraconservadores católicos, nombró como embajadora ante la Santa Sede a Callista Gingrich, una católica devota, tercera esposa del expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, uno de los pesos pesados republicanos que apoyó a Trump durante la campaña presidencial de 2016.
Un nombramiento que aún no ha sido aprobado por el Vaticano y que para algunos vaticanistas resulta una provocación por su falta de experiencia para reactivar justamente ese delicado diálogo.
La paz será seguramente uno de los temas claves del encuentro, según adelantó a mediados de mayo el mismo papa Francisco, quien no cesa de denunciar «la guerra a pedazos» que azota al mundo, en particular el Medio Oriente.
«Este es un viaje histórico. Ningún presidente había visitado en una sola gira la tierra de origen de judíos, cristianos y musulmanes. El presidente Trump está buscando unir a los pueblos de todas las religiones alrededor de una visión común de la paz», explicó a la AFP Herbert McMaster, el consejero de Seguridad Nacional del presidente.
Las relaciones entre Francisco y Trump se enturbiaron después de que en febrero de 2016, a bordo del avión de regreso a Roma desde México, el papa criticara las declaraciones contra los emigrantes del entonces precandidato presidencial republicano.
«Una persona que piensa sólo en hacer muros, sea donde sea, y no hacer puentes, no es cristiano. Esto no está en el Evangelio», dijo entonces Francisco ante una pregunta de los periodistas sobre su opinión con respecto a la promesa electoral de Trump de construir en la frontera con México un muro de 2500 kilómetros, y de deportar a los 11 millones de inmigrantes ilegales que hay en su país si ganaba las elecciones.