Opositores venezolanos bloquearon este viernes calles y avenidas, indignados por la muerte de un joven manifestante a manos de un militar en una protesta contra el presidente Nicolás Maduro.
Grupos de encapuchados llegaron hasta la cerca de protección de la base militar de La Carlota (este de Caracas), donde el jueves fue herido de muerte David Vallenilla, de 22 años, por disparos de perdigones de un uniformado.
En un acto con el alto mando militar, que le ratificó su «lealtad», Maduro llamó a «adecuar las fuerzas de orden público» para «que haya paz» y no más muertes.
El mandatario acusó a dirigentes de oposición de actos violentos que buscarían «mantener la mecha prendida y que haya un muerto aquí, un muerto allá, un goteo de muerte».
Durante los disturbios de este viernes en La Carota, manifestantes quemaron tres camiones y derribaron parte del cerco metálico, desatándose choques con militares que intentaban dispersarlos con gases lacrimógenos.
«Contra la brutalidad»
Sonando cornetas, pitos y cacerolas, grupos de opositores se apostaron en las esquinas y en varias avenidas importantes de Caracas y otras ciudades, provocando caos vehicular.
«Ésta es una protesta contra la brutalidad con que están asesinando a nuestros jóvenes», declaró Rina Torres, vestida de negro, en una neurálgica vía del este capitalino.
Las trancas fueron convocadas tras la impactante muerte de Vallenilla, recién graduado de enfermería, quien recibió tres disparos en el tórax, según la Fiscalía, cuando con encapuchados lanzaban piedras y bombas molotov contra el destacamento militar.
Medios locales divulgaron fotos y videos en los cuales se ve a un sargento de la Policía Aérea disparándole a quemarropa.
Con la muerte de Vallenilla aumentaron a 75 los fallecidos en casi tres meses de protestas contra Maduro, recrudecidas por la convocatoria del presidente a una Asamblea Constituyente, con la que, según la firma Datanálisis, está en desacuerdo 69,1% de los venezolanos.
El joven murió cuando participaba en una protesta convocada por la oposición en apoyo a la fiscal general, Luisa Ortega, quien encabeza a un grupo de chavistas disidentes que rechazan la Constituyente por considerar que violenta la democracia.
«Luchó por su ideal»
«Ni uno más», «No más dictadura», «No más represión», se leía en pancartas de los manifestantes en otro sector del este de Caracas, donde coreaban: «Maduro cobarde, asesino de estudiantes».
Opositores y chavistas se toparon en La Campiña, frente a la sede de la petrolera estatal Pdvsa, originándose agrias discusiones.
«El mismo derecho que tienen ellos lo tenemos nosotros, así que tienen que respetar. Que se vayan a joder a Altamira», dijo un seguidor oficialista en referencia a un barrio acomodado, bastión opositor.
En La Campiña, los manifestantes impidieron el paso de vehículos durante un par de horas. Solo una carroza fúnebre pudo cruzar.
La indignación por la muerte de Vallenilla fue mayor porque el jueves Maduro había advertido que el uso de armas de fuego y escopetas de perdigones para el control de protestas estaba «prohibido». Sólo «agua y gasecito lacrimógeno», afirmó.
Como una paradoja, el padre de la víctima, del mismo nombre, fue supervisor de Maduro cuando éste trabajaba como conductor de autobús en sus tiempos de sindicalista.
«Mi hijo luchó por su ideal, por eso se fue. Pido que todo se aclare», dijo compungido Vallenilla en las afueras de la morgue de Bello Monte en Caracas.
Hace tres semanas, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, había advertido a sus hombres que no quería «un guardia más cometiendo una atrocidad en la calle», tras denuncias de atropellos contra manifestantes y periodistas.
Desobediencia civil
Invocando artículos constitucionales que consagran la desobediencia civil, la oposición llamó el martes a desconocer al gobierno de Maduro y su Constituyente, cuyos 545 integrantes serán elegidos el 30 de julio.
La oposición asegura que el sistema de elección es «fraudulento» y acusa a Maduro de querer imponer un sistema comunista a través de la Constituyente, que regirá por un tiempo indeterminado como un «suprapoder».
«Vamos a detener la Constituyente y a derrotar este gobierno», prometió este viernes el disputado opositor Juan Requesens.
Pero Maduro avanza en su proyecto con respaldo del poder electoral y judicial, acusados por la oposición de servir al gobierno.
«La Asamblea Constituyente va, llueva, truene o relampaguée», insiste el mandatario, quien sostiene que la Constituyente permitirá «recuperar la paz» y salir de la crisis económica.
La oposición convocó para este sábado a una marcha que se concentrará en la base área de La Carlota.