Un nuevo terremoto golpeó en las primeras horas del sábado la zona del suroeste Japón afectada el jueves por un potente sismo, provocando un muerto y deslizamientos de terreno, por lo que se teme que el balance de víctimas pueda subir.
El nuevo movimiento telúrico es el más fuerte registrado desde que el jueves un temblor de magnitud 6,5 golpeó la isla de Kyushu y provocó nueve muertos y 900 heridos, de los cuales 50 están graves.
«Me fui de mi casa, no podía quedarme por las continuas réplicas», dijo a la AFP Hisako Ogata, de 61 años, que fue evacuada a un parque cercano a su casa en Kumamoto junto a unas 50 personas.
«Tenía tanto miedo», agregó.
Desde el jueves, cientos de réplicas han sacudido la zona afectada, por donde pasa una falla geológica que atraviesa la región.
En la ciudad de Yatsushiro una persona murió en el incendio de un edificio desatado por el sismo, confirmó a la AFP la autoridad local, Kiichiro Terada.
La cadena pública NHK informó que hay tres muertos y difundió imágenes aéreas que muestran deslizamientos de terrenos y de rocas que cayeron sobre una autopista, afectando también a las viviendas contiguas.
El terremoto de magnitud 7.1, según la agencia meteorológica japonesa y 7,0 en la escala del Instituto de Geofísica estadounidense (USGS), se produjo a la 01H25 locales (16H25 GMT del viernes) y desató una alerta de tsunami en la costa oeste de la isla de Kyushu, que posteriormente fue levantada.
«Se desataron incendios en muchos lugares» y «se han constatado graves daños en varios lugares», anunció el portavoz del gobierno, Yoshihide Suga, que cifró en 76 el número de personas que están atrapadas bajo los escombros.
‘Nunca he visto un temblor así’
«El último terremoto se sintió tan fuerte, o incluso más fuerte que el sismo original», dijo a la AFP Shotaro Sakamoto, agente de la prefectura de Kumamoto.
Antes del nuevo terremoto, los habitantes de la pequeña ciudad japonesa de Mashiki se preparaban para volver a pasar la noche a la intemperie y hacían cola para recibir agua potable.
«La casa tembló de arriba a abajo», contó a la AFP Nobuyuki Morita, un residente de 67 años de la ciudad de Mashiki. «Estábamos viendo la televisión cuando de repente sentimos unos temblores muy fuertes. Me sorprendió mucho, nunca he visto un temblor así en mi vida».
Morita y su mujer pasaron la noche en un coche porque no podían volver a su casa, con el techo derrumbado y los muebles desperdigados. El reloj se quedó parado a las 21H26 (12H26 GMT), la hora del primer temblor. Muchos otros habitantes se preparaban para pasar la noche del viernes al sábado en aparcamientos al aire libre.
«Sólo pude salir de mi casa después de cinco réplicas, fueron tan fuertes que me daba miedo moverme», contó un vendedor a la televisión. En su local todo estaba patas arriba, y los estantes, las mesas y los artículos tirados por el suelo.
Decenas de casas, muchas de ellas viejas y de madera, quedaron total o parcialmente destruidas. Unas 44.000 personas tuvieron por ello que refugiarse en centros de acogida, donde se les dio arroz y agua potable.
Una niña de ocho meses fue rescatada viva de entre los escombros, indicó la cadena de televisión NHK.
Fábricas paradas
El gobierno declaró el estado de catástrofe natural y envió al lugar a casi 6.500 hombres, entre bomberos, policías y soldados.
«Hemos localizado diversos daños con un helicóptero de las fuerzas de autodefensa dotado de un sistema de rayos infrarrojos, y puede que haya personas atrapadas bajo los escombros. Tememos que el balance aumente», dijo el ministro de gestión de desastres, Taro Kono.
El castillo de la ciudad, de 400 años de antigüedad, también resultó dañado en el techo y los muros.
Varios grandes grupos japoneses, entre ellos Toyota, Bridgestone, Honda y Sony, decidieron este viernes suspender las operaciones en las fábricas de la zona para hacer un balance con los proveedores y evaluar los daños.
Varias carreteras resultaron dañadas, y los transportes se vieron perturbados. Un tren de alta velocidad que no transportaba pasajeros descarriló y el tráfico ferroviario tuvo que ser interrumpido para revisar las vías, como suele hacerse cada vez que hay un terremoto.
Japón, situado en la intersección de cuatro placas tectónicas, sufre cada año más del 20% de los sismos más fuertes del planeta.
Los japoneses son todavía más sensibles a los peligros de los temblores desde el tsunami de marzo de 2011, que mató a unas 18.500 personas y provocó un grave accidente nuclear en la central de Fukushima.