Una niña indígena de once años de edad murió después de sufrir una violación grupal y luego ser arrojada desde un peñasco.
De acuerdo con las investigaciones, los hechores son tres adolescentes y dos mayores de edad, entre estos su tío.
Las indagaciones comenzaron después que un grupo de policías encontró el cadáver abandonado de la víctima.
Los agentes continuaron las indagaciones hasta encontrar a los perpetradores que, al sentirse acorralados, confesaron el crimen.
Los victimarios contaron que obligaron a la menor a ingerir bebidas alcohólicas y la llevaron ebria cerca de un peñasco y comenzaron a abusarla.
Al escuchar los gritos, el tío de la niña corrió a ver qué ocurría y encontró la escena pero, en vez de ayudar, se sumó a los abusos según él mismo confesó a los policías.
También confesó que la había abusado sexualmente otras veces.
Después de las agresiones sexuales la arrojaron desde lo alto del peñasco, de unos 20 metros de altura, porque la víctima no dejaba de gritar pidiendo ayuda.
La niña era de la etnia Guaraní Kaiowá. El crimen ocurrió en la zona rural de Dourados, municipio de Mato Grosso do Sul, estado del oeste brasileño fronterizo con Paraguay y Bolivia.