El norte de Gaza, especialmente el campamento de refugiados de Yabalia, cumple este lunes diez días de cerco militar israelí, durante el que murieron más de 342 personas entre una población aterrada y agotada que afronta la que es ya la tercera ofensiva en la zona en el último año, siempre bajo el pretexto de arrinconar a los milicianos de Hamás.
«Es como otro genocidio dentro de la guerra (de Gaza)», lamenta a EFE en una videollamada el director en funciones del hospital Al Awda de Yabalia, Mohamed Salha, mientras el zumbido de los disparos de un dron cuadricóptero en las proximidades fuerzan su mirada hacia la ventana.
El centro que Salha gestiona aún guarda tres cadáveres de los diez muertos esta mañana a causa del bombardeo israelí contra un centro de distribución de comida de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Yabalia.
La ONU denunció ayer que, desde el 1 de octubre, no ha introducido al norte de Gaza comida, medicamentos o combustible, debido al cierre por las autoridades israelíes de los dos cruces de Erez, en la divisoria norte de Gaza. Hoy, el COGAT, el organismo militar israelí que gestiona los asuntos civiles en los territorios palestinos ocupados, aseguró haber permitido la entrada de 30 camiones con harina y comida del Programa Mundial de Alimentos.
Ciudad de Gaza aislada del resto
Israel cortó también los accesos desde Ciudad de Gaza al resto del norte, donde se estima que quedan unos 400.000 gazatíes atrapados, pese a las órdenes de evacuación emitidas hace una semana por el Ejército para que se desplacen forzosamente más allá del corredor Netzarim. Según datos de Naciones Unidas, solo fueron acatadas por unas 50.000 personas.
La proximidad de los bombardeos, el ruido constante de los drones y las altas cifras de muertos han contribuido a crear una sensación de terror entra la población, lo que ha llevado a muchos a publicar en los últimos días mensajes de despedida en sus redes sociales.
«No me olvidéis, no sabemos si seguiremos vivos hasta la mañana (del día siguiente)», escribió en la red social X el sábado el gazatí Hussein, de 29 años, consciente de que los peores ataques suelen suceder de madrugada.
Al día siguiente, el joven pudo explicar a EFE cómo él y otros ocho familiares llevan días atrapados en una vivienda en el campamento de Yabalia.
«No podemos mirar por la ventana. No tenemos suficiente comida para aguantar. Los tanques están más cerca a cada minuto. No vemos nada por el polvo y el cielo se ilumina en un tono amarillento por los bombardeos constantes», escribe en diferentes mensajes.
Hussein recalca el hartazgo de sus compatriotas ante las constantes órdenes de evacuación, lo que contribuido a la decisión esta vez de quedarse, él entre ellos.
El 90 % de los más de dos millones de gazatíes están desplazados y la mayoría ha tenido que hacerlo múltiples veces. «Caminas largas distancias y no tienes dónde asentarte. Igual duermes en la calle en el frío del invierno», describe.
Un grupo de oenegés pro derechos humanos israelíes denunciaron hoy que el Ejército trata de aplicar el «Plan de los Generales» -propuesto por generales retirados-, que busca el traslado forzoso de los gazatíes del norte a través de un duro asedio y la hambruna, mientras que los que se queden serán considerados milicianos.
«Nada ha cambiado. Allí donde vemos que Hamás se fortalece seguiremos atacando», aseguró hoy una fuente de la inteligencia israelí sobre la situación en el norte.
Entretanto, otro bombardeo de Israel mató a tres personas en la escuela Hafsa de Yabalia, que como la gran mayoría de colegios en Gaza acogía a refugiados. Las imágenes difundidas por medios palestinos muestran cómo al menos uno de los fallecidos era un niño al que el ataque alcanzó cuando patinaba por el centro.