Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, fue reemplazada este jueves por su vicepresidente luego de que el Senado decidiera someterla a un juicio político en una maratónica sesión que duró casi un día entero.
El presidente interino de Brasil, Michel Temer, aseguró el jueves que «es preciso recuperar la credibilidad de Brasil» en su primer discurso público tras asumir el cargo en reemplazo de la suspendida Rousseff.
Rodeado de su gabinete enteramente masculino de 24 ministros, Temer dijo en el Palacio de Planalto, sede de la presidencia, que «es urgente pacificar la nación y unificar Brasil» con un «gobierno de salvación nacional».
Temer, quien ejerció su cargo de vicepresidente durante los cinco años y medio del gobierno de Rousseff, lanzó un mensaje de esperanza a los brasileños, que atraviesan la peor recesión económica en varias décadas, y prometió que adoptará políticas que estimulen la economía y atraigan inversiones para combatir la elevada inflación y el creciente desempleo.
Pido a «partidos políticos, liderazgos, entidades organizadas, al pueblo brasileño que me preste su colaboración para sacar al país de esta gran crisis», dijo Temer, de 75 años.
«El diálogo es el primer paso para enfrentar los desafíos para avanzar y garantizar la reanudación del crecimiento», añadió.
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Temer anunció asimismo la reducción de ministerios de 32 a 24 para cortar gastos públicos y aseguró que «cuanto más temprano podamos retomar las cuentas públicas más rápidamente podremos retomar el crecimiento».
Brasil tuvo una fuerte contracción de 3,8% del PIB en 2015, la más fuerte en 25 años, y este año el retroceso se anticipa igual o peor. Con un crecimiento cero previsto para 2017, los expertos indican que la mayor economía latinoamericana se encamina a su peor recesión en un siglo.
Acusada de encubrir déficits presupuestarios y engrosar las arcas con préstamos de bancos estatales durante su campaña a la reelección de 2014, Rousseff denuncia a su vez un «golpe frío» orquestado por «el jefe conspirador» Temer.