La mujer estaba paralizada en la cama. De pronto sintió que se estaba quemando. Justo a tiempo, alguien la rescató. Luego se convirtió en una escultura de hielo. Después la atacaron unos gatos.
Visiones dantescas como estas asediaron a una paciente durante su hospitalización hace unas semanas debido a una insuficiencia respiratoria grave ocasionada por el coronavirus.
Se impresionaba tanto que una noche se arrancó el tubo del respirador mecánico. En otra ocasión, se cayó de una silla y terminó en el suelo de la unidad de terapia intensiva.
Ese caso no es el único. Muchos pacientes con coronavirus están reportando experiencias similares en todo el mundo.
El fenómeno, denominado delirio hospitalario, se había observado anteriormente sobre todo en un subconjunto de pacientes de edad avanzada.
Ahora, esta condición está afectando a los pacientes de coronavirus de todas las edades. Los informes de hospitales e investigadores sugieren que entre dos tercios y tres cuartos de los pacientes con coronavirus en las unidades de terapia intensiva han presentado varios tipos de delirios.
“Era tan real y estaba tan asustada”, recordó Kim Victory, de 31 años, ahora de vuelta en su casa en Franklin, Tennessee, Estados Unidos.
“La COVID-19 acabó con todo eso”, dijo E. Wesley Ely, director del Centro de Enfermedades Críticas, Disfunción Cerebral y Supervivencia de la Universidad de Vanderbilt y del Hospital de la Administración de Veteranos de Nashville, cuyo equipo desarrolló lineamientos para que los hospitales reduzcan al mínimo el delirio.
Las experiencias no solo resultan aterradoras y desorientadoras. El delirio puede tener consecuencias perjudiciales mucho tiempo después de que desaparece, ya que prolonga las estancias en el hospital, retrasa la recuperación y aumenta el riesgo de que las personas desarrollen depresión o trastorno de estrés postraumático.
Los pacientes mayores previamente sanos con delirio pueden desarrollar demencia más pronto de lo que lo harían de otra manera y morir antes, según han descubierto los investigadores.
“Hay un mayor riesgo de déficits cognitivos temporales o incluso permanentes”, afirmó Lawrence Kaplan, director de enlace de consultas de psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco. “En realidad es más devastador de lo que la gente cree”, agregó.