El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció este domingo un aumento de 40% en el salario mínimo, el sexto en el año que termina, marcado por una espiral hiperinflacionaria.
El sueldo básico queda en 248.510 bolívares, equivalentes a 74 dólares a la tasa de cambio oficial y 2,2 dólares a la del mercado negro.
A ello se suma un bono de alimentación de 549.000 bolívares, con lo que el «ingreso mínimo integral» totaliza 798.510 bolívares (238 dólares a la tasa oficial y 7,16 a la del paralelo).
Maduro, quien había realizado aumentos previos de 50%, 60%, 50%, 40% y 30% en 2017, dijo en cadena de radio y televisión que busca «cuidar» a los trabajadores frente a lo que denominó un «mecanismo completamente falaz, criminal, de fijación de precios».
La comparación del salario con el «dólar negro» es clave, pues muchos productos básicos son importados por el sector privado con divisas adquiridas en el mercado paralelo, a la vez que el gobierno mantiene congelada desde septiembre la venta oficial a tasas altamente subsidiadas.
El Estado monopoliza los dólares mediante un control de cambios vigente desde 2003.
Ello ha llevado la inflación a las nubes: el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que en 2018 superará el 2.300%.
Maduro calificó este domingo el mercado negro como un «cáncer maldito».
El precio de la canasta básica de alimentos se ubicó en noviembre en 3,8 millones de bolívares, con lo cual se requieren casi cinco ingresos mínimos para cubrirla.
Analistas consideran errónea la política de aumentos salariales periódicos mientras el gobierno no entregue divisas a los empresarios para importaciones y mantenga controles de precios que desestimulan la producción. La industria venezolana funciona a 30% de su capacidad, según líderes gremiales.
El anuncio fue realizado en el mensaje de fin de año del gobernante socialista, que en 2018 aspirará a la reelección en medio de la grave crisis política y socioeconómica del país petrolero.