La maestra notó, a través de la pantalla de la computadora, que su alumno tenía en el cuerpo cicatrices como de cadenas gruesas.
Después de la clase, vía telemática, le pidió que siguiera conectado porque quería hacerle algunas preguntas.
Después de hablar con él unos pocos minutos la maestra llamó a la policía para avisar que había descubierto indicios de torturas en uno de sus estudiantes.
Los policías fueron al apartamento en el que vive el niño para verificar la información que habían recibido.
La casa estaba cerrada con llave. Entonces pidieron a uno de los vecinos que les ayudaran a entrar y adentro encontraron al niño escondido debajo de una gruesa manta en un dormitorio.
Las manos las tenía atadas con una cadena que a su vez estaba amarrada a una máquina para hacer ejercicios.
La madre adoptiva llegó una media hora después y admitió haber amarrado de las manos al niño porque, según ella, salía corriendo de la casa y desaparecía durante varias horas.
Aseguró que el niño lo hacía, principalmente, cuando ella se estaba bañando.
El niño les contó que la mujer lo torturaba atándolo al ventilador del techo.
El niño fue examinado en el Hospital Universitario antes de ser entregado a la custodia de las oficinas de cuidado de menores.
La madre adoptiva fue arrestada y acusada de dos cargos de poner en peligro el bienestar de un niño.
La mujer fue identificada como Wanser Brown.