El incendio más voraz de la historia reciente de Chile redujo prácticamente a cenizas este fin de semana el popular Jardín Botánico de Viña del Mar, pero hay una decena de resilientes árboles que luchan por mantenerse en pie y que tienen la peculiaridad de que sobrevivieron hace ocho décadas a una de las mayores tragedias de la humanidad: la bomba atómica de Hiroshima.
Rodeados de palmeras, pinos y eucaliptos abrasados, en una pequeña planicie cuyo verde contrasta con las nuevas tonalidades negruzcas y grisáceas del resto del parque, aguantan 6 ejemplares de alcanfor, 3 de caqui y 13 de ginkgo biloba.
Nadie entiende cómo la planicie no fue alcanzada por el fuego, que el viernes devoró en cuestión de una hora el parque de esta ciudad costera, ubicada a 120 kilómetros al noroeste de Santiago y epicentro de una ola inédita de incendios que ha segado la vida a al menos 122 personas, entre ellas una trabajadora del botánico y tres de sus familiares.
«Justo por esa zona no pasó el fuego, pero sí hubo un calor muy intenso y las hojas (de los árboles japoneses) se tostaron, pero yo tengo la esperanza de que vuelvan a brotar», dijo a EFE Alejandro Peirano, director de este jardín de 400 hectáreas, fundado por un magnate del salitre hace más de un siglo.
Los árboles llegaron a Viña del Mar como parte del programa «Legado Verde de Hiroshima», con el que Japón envía a diferentes países del mundo semillas del centenar de árboles que milagrosamente sobrevivieron a la bomba atómica de 1945, que transformó la ciudad en un desierto radiactivo y mató a 140.000 personas.
El objetivo de repartir las semillas de los «Hibakujumoku», como se conoce a estos árboles supervivientes, es concienciar a la humanidad de las amenazas nucleares y las guerras.
Tras estar varios meses «engordando» en un vivero especial del botánico villamarino, los 22 ejemplares fueron plantados en octubre 2022 en esta planice verde, convertida hoy también en un emblema de resistencia.
«Esos árboles son doblemente fuertes. Soportaron Hiroshima (…) y, si finalmente sobreviven a la catástrofe que estamos viviendo, van a ser un doble símbolo», afirmó Peirano.
«Un huracán de fuego»
Una de las funcionarias del jardín que contribuyó con esmero durante meses a que aquellas semillas germinadas de Japón crecieran al otro lado del Pacífico fue Patricia Araya, conocida como «La Pati» y quien murió presa de las llamas junto a su madre y sus dos nietos, de 9 y un año.
Araya vivía desde hace décadas, al igual que varios de los 60 funcionarios del parque, dentro del recinto y en su casa, aún humeante, se distinguen entre las cenizas piezas de vajilla, utensilios de cocina y una funda de gafas.
«La señora Rosa, la mamá de la Pati, no podía casi moverse y no pudieron escapar. Es una desgracia», indicó a EFE Pamela Zelada, amiga de la familia e hija de un histórico trabajador del parque, que cada verano recibe una media diaria de 4.000 visitantes.
«Nuestra casa la salvamos de milagro, echando agua como pudimos. Era como un huracán de fuego, no sé cómo no nos morimos todos, el viento cambiaba de dirección todo el rato», admitió a EFE su hermano Gabriel.
«Los incendios son homicidios»
Múltiples incendios originados el viernes en distintos puntos de la región de Valparaíso, a la que pertenece Viña del Mar, sumieron a Chile en su peor tragedia desde el terremoto de 2010.
La mayor parte de los fuegos han sido controlados, pero aún hay decenas de personas desaparecidas y el Gobierno ha alertado de que la cifra de muertos va a aumentar «significativamente» a medida que los equipos de rescate vayan accediendo a las localidades devastadas.
El director del jardín, un de las principales atracciones turísticas de Viña y su pulmón verde, indicó a EFE que se teme por la vida de otro trabajador, que se encuentra ingresado y que fue atrapado por las llamas cuando trataba de salvar su casa en El Salto, un sector cercano: «Somos como una familia y estamos devastados», agregó.
Por la simultaneidad y el lugar de los focos, las autoridades tienen «serias» sospechas de que muchos incendios fueron provocados. Este lunes, al menos dos personas fueron detenidas por presuntamente participar en el fuego que consumió el botánico.
«Se ha hecho un daño irreversible y los responsables deben estar en la cárcel», indicó el gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, quien en unas duras declaraciones el fin de semana señaló que «los incendios se han convertido en homicidios».