Ecuador es un país prácticamente libre de cultivos y fábricas de droga pese a limitar con los mayores productores de cocaína -Perú y Colombia- y también se ha convertido en un dolor de cabeza para los cárteles mexicanos y colombianos. ¿Cómo lo hizo?
Cuando en 2009 Estados Unidos dejó la base ecuatoriana de Manta, en el Pacífico, por la negativa del presidente Rafael Correa a renovar un acuerdo antidrogas vigente desde 1999, muchos temían un debilitamiento en la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, después de la salida de los estadounidenses, que siempre lamentaron la decisión de Quito, el gobierno de Correa exhibe logros importantes en el decomiso de droga y la desarticulación de bandas al servicio de mafias mexicanas y colombianas.
«Estamos incautando muchísima droga y desarticulando esas bandas que ingresan la droga», dijo a la AFP el ministro del Interior, José Serrano.
El funcionario aclara que los resultados no responden a un aumento del tráfico sino a una renovada estrategia de inteligencia que incluye informantes, recompensas, depuración policial y una coordinación directa con Colombia y Perú, los mayores productores mundiales de hoja de coca, materia prima de la cocaína.
En lo corrido del año, Ecuador ha incautado 46,2 toneladas de droga, principalmente cocaína, contra 42 en 2012, 26 en 2011 y 18 en 2010. En 2009, cuando todavía Washington coordinaba acciones antidrogas desde Manta, fueron decomisadas 68 toneladas, incluidas las confiscaciones estadounidenses en aguas internacionales.
El trabajo de Ecuador es reconocido por Naciones Unidas, que lo ubica como uno de los países más efectivos en capturas de cocaína junto a Marruecos, Holanda y Colombia, pero Estados Unidos estima que por el país transitan unas 110 toneladas al año, según un informe del Departamento de Estado de 2013.
La historia como aliada
En su más reciente estudio global, la oficina de la ONU contra la droga y el delito asegura que Ecuador sigue siendo un país de tránsito -corredor estratégico- de estupefacientes, aunque está emergiendo como un centro de operaciones para el tráfico marítimo de cocaína.
Se calcula que en el país hay unas 20 hectáreas de cultivos ilegales -según el ministro Serrano- contra 48.000 hectáreas de coca en Colombia y 60.400 en Perú, de acuerdo con la ONU.
«Históricamente, en Ecuador nunca fue importante el cultivo de coca porque no hubo una costumbre ritual indígena ni servía de moneda de cambio como en Perú o Bolivia», dijo a la AFP Fredy Rivera, del instituto académico Red Latinoamericana de Seguridad y Delincuencia Organizada.
Asimismo -agregó- «tampoco tuvo problemas para ejercer su soberanía, ocupar su pequeño territorio (256.370 km2), y los militares han mantenido una relación cercana con la población civil», lo que ha impedido que crezcan grupos clandestinos.
Quizá por eso tampoco hay grandes laboratorios. «La droga no se procesa en Ecuador, sino que entra» desde Colombia y Perú con destino a los puertos y aeropuertos que conectan con el Pacífico, para ser exportada luego a Europa, principalmente, dijo Serrano.
El golpe al medio
Cárteles como el de Sinaloa de México o Los Rastrojos y Los Urabeños de Colombia contratan los servicios de bandas ecuatorianas de delincuencia organizada para transportar la droga desde las fronteras hasta los puntos de salida.
Esos intermediarios son los que «estamos desarticulando. Se dedicaban al microtráfico porque esos cárteles pagan no sólo con dinero sino con droga», indicó el ministro.
Una de esas bandas fue desvertabrada el 23 de octubre. Tenía vínculos con los narcotraficantes de Sinaloa y de Los Urabeños, y entre sus miembros había dos policías ecuatorianos. Dos meses antes fue capturado y deportado uno de los jefes de Los Rastrojos.
«La coordinación que tenemos ahora con Colombia y Perú ha sido clave. Antes ese traspaso de información prácticamente no existía, ahora tenemos un canal de comunicación directa», destacó Serrano, al recordar que antes Quito recibía esos datos desde Washington.
En opinión de los expertos, Ecuador abandonó la estrategia estadounidense de cumplir metas de incautación y encarcelar a las ‘mulas’ y consumidores, para ocuparse de los eslabones intermedios del negocio.
La decisión sobre la base de Manta «le permitió tomar medidas ajustadas a su realidad», dijo a la AFP Tatiana Dalence, consultora de la ONU y de la Comunidad Andina (CAN) en asuntos del narcotráfico.
Una reciente ley despenalizó la dosis y porte mínimo de drogas, aunque Correa no es partidario de legalizar completamente el consumo.
«El narcotráfico es ahora un negocio muy diversificado», con una clara división del trabajo, «lo que ha permitido a las autoridades golpearlo en el estómago para obligarlo a agachar la cabeza», ilustra Rivera.
Al mismo tiempo, el país implementó un sistema de control de precursores químicos para evitar su desvío al narcotráfico. Chile y Uruguay están copiando esa estrategia, y Venezuela lo hará próximamente, apuntó Dalence.
Ecuador es «uno de los países de la región que tiene éxito en la lucha contra el narcotráfico, aplicando medidas interesantes», agregó.