La oposición venezolana volvió este lunes a desafiar al gobierno de Nicolás Maduro en las calles de Caracas, tras 52 días de protestas que dejan 48 muertos y a varias ciudades del país semiparalizadas.
Más de un millar de opositores junto con la Federación Médica Venezolana (FMV) se dirigen este lunes al Ministerio de Salud en la capital venezolana, para protestar por la «catastrófica» situación de los hospitales, a los que les faltan insumos, equipamiento y medicamentos.
«A todos se nos ha muerto un familiar por falta de medicinas o insumos», se lamentó a la AFP Verónica Martínez desde la marcha opositora.
«Hoy una infección simple puede terminar en algo severo por la falta de antibióticos, de todo tipo de insumos, por falta de mantenimiento de los equipos», se quejó a la AFP Eliécer Melear, urólogo de 41 años.
Del otro lado, seguidores del chavismo se concentraron en el Palacio presidencial de Miraflores, donde los recibirá Maduro, quien además convocó a una mega marcha «por la paz» el martes.
«¿Cuál es la falta de medicamentos? Nosotros estamos en las calles, en los módulos (de salud) dándole respuesta a lo que las comunidades necesitan», se defendió Rangel Vegas, estudiante de medicina de 31 años, en diálogo con AFP.
En las afueras de Caracas ya iniciaron los enfrentamientos de opositores contra policías y militares, y varias calles de la capital amanecieron trancadas por las barricadas.
Oposición continúa en las calles
La oposición debe redoblar su apuesta en las calles pese a la violencia y a una vida cotidiana que puede ser insoportable, con colas interminables para conseguir alimentos o el tránsito paralizado por barricadas, marchas o protestas.
«Puede perder su momentum. Es difícil mantener el ritmo de esta ola de protestas. La gente tiene que trabajar, estudiar, comer y vivir su vida. Necesita elaborar una estrategia de cómo puede capitalizar este movimiento», advirtió a la AFP David Smilde, asesor principal de WOLA (Washington Office on Latin America), especializado en Venezuela.
Todo en medio de un colapso económico que genera una severa escasez de alimentos y medicinas, y una inflación que según el FMI escalará a 720% este año, además de una criminalidad rampante.
Según el último balance de la fiscalía, las protestas dejan 48 muertos, centenares de heridos y 2.660 detenidos, de los cuales al menos 161 han sido encarcelados -de acuerdo con la ONG Foro Penal- por órdenes de tribunales militares.
El sábado, más de 160,000 personas -según los organizadores- se congregaron en la principal autopista de Caracas e intentaron caminar hacia el ministerio del Interior en el centro. Fueron dispersados con gases lacrimógenos, a lo que los manifestantes respondieron con piedras y cócteles molotov.
Además, más de 40,000 personas (según cálculos de AFP) protestaron en la ciudad de San Cristóbal, en el estado de Táchira, fronterizo con Colombia, hacia donde Maduro ordenó el envío de 2.600 militares tras disturbios y saqueos.
Maduro denunció el domingo que manifestantes golpearon, apuñalaron y prendieron fuego a un joven durante la protesta en Caracas por creer «que era chavista».
«Nunca habíamos visto aquí que una persona fuera incendiada como hacen terroristas del Estado Islámico», denunció en su programa de televisión semanal.
La Fiscalía afirmó que ya inició la investigación sobre lo ocurrido.
Según Maduro, en la oposición se gesta una «corriente nazi-fascista» de persecución a personas por sus ideales políticos, sobre todo chavistas, detrás de la cual -aseguró- está la mano del presidente estadounidense, Donald Trump.
«Donald Trump tiene sus manos infectadas y metidas a fondo en esta conspiración», dijo.
«Sí a la Constituyente»
Las divisiones entre gobierno y oposición se agudizaron tras la convocatoria de Maduro a una Asamblea Constituyente «popular», en la cual la mitad de sus integrantes serían elegidos en sectores afines al gobierno.
El presidente insiste en que el «Sí a la Constituyente» es el único camino «hacia la paz».
La oposición rechaza la propuesta por considerar que no es más que un intento del mandatario para evitar las elecciones presidenciales de 2018.
Maduro enfrenta el rechazo de siete de cada diez venezolanos, según sondeos privados.
Y la «Constituyente» ya generó algunas fisuras en el chavismo. Fue rechazada por la fiscal general, Luisa Ortega, conocida chavista.
No fue la primera vez que la fiscal puso a prueba al gobierno. Cuando el Tribunal Supremo de Justicia, acusado de servir al gobierno, intentó apropiarse de las funciones del Parlamento, Ortega denunció una «ruptura del orden constitucional».
Maduro volvió a proponer a los opositores -a los que fustiga e insulta a diario- iniciar una mesa de diálogo.