La bicicleta se abre espacio en las congestionadas calles de Centroamérica como un saludable ejercicio, un ágil medio de transporte o como «caballo de trabajo» de bulliciosos panaderos, comerciantes o policías.
En las calles atiborradas de automóviles y autobuses que expelen humo de manera impune, los ciclistas que se atreven a ir por la calle son asediados por las bocinas de los vehículos o reciben improperios de conductores.
Pero también deben lidiar con peatones imprudentes que caminan en la calle, automovilistas que hacen virajes prohibidos o autobuseros adictos a no respetar luces rojas del semáforo y que bajan y suben pasajeros de imprevisto en cualquier lado.
En este contexto, los ciclistas comienzan a reclamar -y, en algunos casos, conquistar- espacios para desplazarse por las ciudades del istmo.
En la capital salvadoreña casi un centenar de mujeres y hombres con casco y coloridos trajes ajustados se congregan por la noche tres veces a la semana listos para «darle al pedal».
Es una costumbre que mantienen desde hace cinco años. «Nuestro objetivo es hacer conciencia de que es más económico transportarse en bicicleta, se disfruta más de la ciudad y lo mejor es que no contaminamos el ambiente», dijo a la AFP el ciclista Javier Romero.
Romero es el representante de Ciclistas Urbanos, organización que en una buena noche ha llegado a reunir hasta 800 seguidores.
Pero, además, la capital salvadoreña y sus ciudades periféricas ven aumentar el número de panaderos, mensajeros, vendedores de comida rápida y agentes de la policía que usan este medio de transporte.
Juan Carlos Hernández, de 36 años, es panadero y todos los días sale en bicicleta a vender su producto en colonias de la zona norte de San Salvador.
«Ya me han pegado vergazos (golpes) los carros, no lo respetan a uno, lo sacan de la calle», dice a la AFP.
El costarricense Mariano Marinoni pasó un año pedaleando 25 kilómetros diarios para ir a trabajar a un centro de atención a clientes y tuvo que buscar rutas seguras para circular en la capital.
«San José está colapsada en lo que a tránsito vehicular se refiere, la violencia entre conductores, ciclistas y peatones es pan de cada día», contó este mecánico de bicicletas.
Ciclovías y colectivos
Por las capitales de la región, donde hay 10,05 millones de habitantes en total, según cifras oficiales, circulan a diario 3,2 millones de vehículos, de esos 1,2 millones en ciudad de Guatemala, 600.000 en San José, 400.000 en Tegucigalpa, 390.000 en San Salvador, 388.000 en ciudad de Panamá y 300.000 en Managua.
Ante ese caos, surgió en Costa Rica en 2010 el grupo «Chepecletas», pionero en el movimiento de organizaciones de ciclistas que reclaman un espacio para pedalear en San José.
Uno de sus fundadores, el biólogo Roberto Guzmán, dijo a la AFP que este año la comuna de San José comenzó a construir una ciclovía de siete kilómetros que atraviesa la capital de este a oeste, aunque faltan vías seguras para llegar al centro desde localidades vecinas.
Guzmán considera que en su país se pueden emular experiencias como las de México y Colombia, donde se han habilitado rutas exclusivas para que ciclistas se desplacen con seguridad.
En la capital panameña, unos 200 ciclistas hacen una ruta de varios kilómetros cada miércoles, mientras que los domingos se habilita una ciclovía de 17,5 kilómetros que es utilizada por familias enteras.
Tres ciclovías son las que funcionan en ciudad de Guatemala y existen al menos 30 colectivos de ciclistas que en las noches salen a la calle a dar sus pedaleadas, aseguró Richard Hernández, del movimiento Biciciudad.
También en Honduras el ciclismo va en crecimiento. Aunque en algunas ciudades del interior muchos usan la bicicleta para trabajar, en Tegucigalpa se vive una especie de «boom» del ciclismo deportivo, según Gloria Leiva, gerente de la empresa Distribuidora de Bicicletas (DIBISA), una de las principales del país.
Hostilidad en las calles
Pero el irrespeto a los ciclistas es un problema generalizado en la región.
Por ejemplo, en Nicaragua la bicicleta se usa prácticamente solo en el ámbito deportivo, porque no hay vías especiales para su uso cotidiano y el peligro en las calles es grande.
«Si no se mejoran las vías no puede haber ninguna promoción para uso de la bicicleta. Los padres no mandarían a sus hijos en esas calles peligrosas», dijo a la AFP Yader Grijalba, presidente de la Federación Nicaragüense de Ciclismo.
El 27 de septiembre un centenar de ciclistas protestó en Panamá por la muerte una semana antes de la ciclista Mónica Licona, arrollada por un vehículo mientras entrenaba.
«La realidad muestra que compartir en la calle con los automóviles no se da bien. Hay que modificar la idea de que la calle es exclusiva de los autos», dijo a la AFP el ingeniero en sistemas Juventino Quiroz, presidente del Movimiento Ciclista que protestó en Panamá.
En la región, Honduras es el país con más ciclistas muertos por atropello: 134 según la Policía en lo que va del año.
Este mismo año, en Costa Rica 27 ciclistas han muerto atropellados según el movimiento Bicis Blancas, aunque oficialmente se asegura que son 17, mientras que en Panamá murieron 14 de acuerdo a la Policía, en Guatemala 10 y en El Salvador ocho, aseguran organizaciones de ciclistas.