Familiares de luto acudían a los funerales de las víctimas, cuyos cuerpos fueron rescatados de entre los escombros del lujoso centro comercial.
En todo el país, las banderas ondeaban a media asta, en el segundo día de duelo nacional de los tres que decretó el gobierno.
Asimismo, se instalaron varias células de apoyo psicológico, en particular en la morgue principal de Nairobi.
Durante la mañana, más de 2.000 personas acudieron a rendir un último homenaje a Ruhila Adatia, de 31 años, una popular presentadora de televisión, embarazada en el momento de su muerte. La enterraron al mismo tiempo que otra de las víctimas, Shairoz Dossa, de 44 años, madre de tres niños y, como ella, de confesión ismaelita.
En el Westgate, los socorristas y los investigadores seguían buscando en el devastado inmueble, de donde se elevaban aún pequeñas columnas de humo.
El presidente keniano Uhuru Kenyatta anunció el martes por la tarde el final del asedio del Westgate y un balance dramático: al menos 61 civiles muertos, además de seis miembros de las fuerzas de seguridad y cinco asaltantes. En total hubo 240 heridos y 11 personas detenidas.
La policía precisó que el balance era provisional. La Cruz Roja contó 71 desaparecidos, algunos de los cuales, así como miembros del comando islamista, podrían hallarse bajo los escombros.
El ministro del Interior Joseph Ole Lenku quiso tranquilizar a la opinión pública y dijo que «hay un número poco importante de cuerpos» entre las ruinas ennegrecidas por las llamas.
Sin embargo, la prensa y las redes sociales kenianas acogieron con escepticismo estas declaraciones.
Para diario Daily Nation, «hay un gran problema sobre el número de rehenes que podrían haber muerto en los tiroteos» entre asaltantes y fuerzas de seguridad, así como en «el derrumbe de los pisos» del centro comercial.
Y, en Twitter, surgían preguntas, como: «Si hubo rehenes que fueron socorridos ¿dónde están?»
El líder del grupo islamista que perpetró el ataque, Shebab, Ahmed Abdi Godan, declaró que el comando actuó en represalia por la presencia del ejército keniano en Somalia desde finales de 2011, y contra «los occidentales que apoyaron la invasión keniana» de Somalia.
Los investigadores de varios países, entre ellos el Reino Unido, Estados Unidos, Israel, Alemania y Canadá, así como de Interpol, ayudan a las autoridades kenianas en la investigación que han abierto.
Según el ministro del Interior, la investigación «durará al menos una semana». Además de la identidad de las víctimas sigue siendo controvertida la identidad de los asaltantes, pues algunas fuentes aluden a la presencia de estadounidenses o británicos entre ellos.
La seguridad fue reforzada en las principales ciudades, los aeropuertos y las fronteras. Pero dos policías y un civil murieron en dos incidentes separados en el noreste y en la frontera con Somalia.
Aunque la clase política no cesa de llamar a la unidad, el ataque del Westgate podría reactivar las tensiones étnico-religiosas entre cristianos mayoritarios y musulmanes, en gran parte de origen somalí.