Decenas de familiares de rehenes y militantes de derecha protestaron hoy de nuevo en las cercanías del cruce fronterizo de Kerem Shalom, donde Israel inspecciona la ayuda humanitaria que entra a la Franja de Gaza, y obstaculizaron la entrada de camiones por séptimo día consecutivo.
«No tiene lógica que los camiones entren directamente en manos de los terroristas de Hamás», lamentó en un comunicado la organización de reservistas Tzav 9, alineada con la derecha.
Tanto ellos como familiares de algunos rehenes consideran que Israel no debe permitir la entrada de ayuda humanitaria «al enemigo», mientras quedan dentro del enclave 136 rehenes -aunque unos 28 se calcula que están muertos- pasando hambre.
«Somos miles de partidarios que exigimos que se detenga el suministro a Hamás. Ninguna ayuda debería pasar hasta que regrese el último de los rehenes», agregó.
El pasado domingo, el Ejército israelí declaró el cruce de Kerem Shalom «zona militar cerrada» para evitar que los manifestantes bloqueen el movimiento de los convoyes de ayuda, como ya ocurrió un día la semana pasada.
Desde hace más de un mes, Kerem Shalom es uno de los puntos por los que entra al enclave ayuda humanitaria de la comunidad internacional, no de Israel, que sí supervisa el contenido para asegurarse de que los camiones no son utilizados por Hamás para contrabandear armas.
El 20 de octubre, Israel accedió por primera vez a la entrada de ayuda humanitaria a la Franja desde Egipto, por el cruce de Rafah; pero en diciembre accedió a habilitar el paso de Kerem Shalom -donde todos los convoyes eran revisados- para facilitar la logística.
Aunque la apertura de Kerem Shalom no implica que la ayuda que entra a Gaza proceda de Israel, sino que se trata en todo caso de donaciones y envío de la comunidad internacional y de las agencias humanitarias, que insisten en que la ayuda recibida es insuficiente.
Países como EE.UU., Reino Unido o la Unión Europea están presionando a Israel para que permita la entrada de más ayuda humanitaria al enclave, que suma 115 días de guerra.
Los más de 110 rehenes liberados hasta la fecha han contado que durante su cautiverio pasaron hambre, a veces solo con un plato de arroz al día, lo que aumenta la preocupación sobre el estado de los secuestrados el pasado 7 de octubre que quedan dentro.