La decisión de la empresa representa un duro golpe para la economía del país centroamericano, donde la transnacional instaló una planta de ensamblaje en 1998 y emplea en la actualidad a 2,700 personas.
«Después de un extenso análisis, la compañía ha concluido que la mejor solución de largo plazo para maximizar la eficiencia y la efectividad operacional a nivel mundial es cerrar sus operaciones de emsamblaje y prueba» en Costa Rica, señaló Intel en un comunicado.
La venta al exterior de procesadores y controladores de informática -sectores dominados por Intel- representa el 20,6% de las exportaciones costarricenses, aunque la mayor parte del material utilizado en su fabricación es importado. Costa Rica exportó el año pasado un total de 11,543 millones de dólares.
La planta de Intel en Costa Rica mantendrá más de 1,000 empleados en las áreas de desarrollo e investigación en ingeniería, soporte a clientes, finanzas y recursos humanos, dijo la empresa.