Una adolescente de 14 años de edad se fugó con su novio de 35 años de edad —21 años mayor que ella— después que el papá de ella se opuso a la relación por razones económicas y de diferencias de edades.
Sin embargo, la pareja la policía encontró a la pareja unos pocos días después que se fugó. Ella fue devuelta a su casa y el novio quedó detenido.
La adolescente se resistió a ser devuelta a su casa. Varias veces repitió que tenía miedo, que temía ser asesinada por su padre.
Romina Ashrafi tuvo razón. Sus peores temores no eran infundados.
La joven fue brutalmente asesinada por padre que en un ataque de ira la decapitó con una hoz. Después de hacerlo se entregó a la policía confesando que había cometido el asesinato por honor.
El hecho ha vuelto a conmocionar a Irán, país en el que este tipo de crímenes ocurren cada cierto tiempo como consecuencia de la escandalosa rigidez del patriarcado en el que vive esa sociedad.
Los crímenes de honor es una antigua práctica que aún persiste en algunos sectores de la sociedad iraní.
Los medios de prensa iraníes informaron que el victimario salió a la calle con la hoz llena de sangre de la joven. Aseguró que el crimen lo cometió porque su hija había desobedecido y traicionado a su familia.
En redes sociales la etiqueta #Romina_Ashrafi fue utilizada más de 50,000 veces en Twitter por usuarios iraníes y la mayoría de ellos condenaron el asesinato.
Shahindokht Molaverdi, exvicepresidenta de Asuntos Familiares y de Mujeres y actual secretaria de la Sociedad para la Protección de los Derechos de la Mujer de Irán, escribió: “Romina no es la primera ni será la última víctima de crímenes de honor”.
Añadió que tales asesinatos continuarán “mientras la ley y las culturas dominantes en las comunidades locales y globales no sean lo suficientemente disuasorias”.
No obstante la indignación provocada por tan horrendo crimen, las leyes iraníes suavizan las penas en este tipo de casos.
El código penal islámico de Irán reduce las medidas punitivas para los padres y otros miembros de la familia que son condenados por asesinato o por dañar físicamente a niños en casos de violencia doméstica o “crímenes de honor”.
Si un hombre es declarado culpable de asesinar a su hija en esas situaciones, el castigo es entre 3 y 10 años de prisión, en lugar de la sentencia de pena de muerte habitual o el pago de diyeh (dinero de sangre) por los casos de asesinato.
No hay estadísticas sobre la cantidad de “crímenes de honor” que se producen en Irán, pero los activistas de derechos humanos informaron el año pasado que no han dejado de producirse, particularmente entre las poblaciones rurales y tribales.
La mayoría de estos hechos se producen con la justificación de que la víctima desobedeció o deshonró a la familia, mantuvo relaciones homosexuales o sexo premarital, entre otras.