El Gobierno griego trabaja contrarreloj en la lista de reformas que debe presentar antes del lunes por la noche a sus socios de la Eurozona para obtener su visto bueno para la prolongación del plan de ayuda, pero sin traicionar sus promesas electorales.
El gobierno de izquierda radical se resignó a colaborar con sus acreedores de la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero intentará aprovechar el escaso margen de maniobra que le concedieron sus socios de la Eurozona.
«Los textos europeos siempre tienen una imprecisión creativa», aseguró Giorgos Katrougalos, ministro griego de la Reforma de la Administración en una radio local.
El ejecutivo de Alexis Tsipras consiguió la posibilidad de presentar su propia lista de reformas a la Euro zona antes del lunes por la noche. Ahora espera cierta tolerancia que le permita librarse de varias obligaciones impuestas por sus acreedores, siempre y cuando se preserve el equilibrio de las finanzas públicas.
«Hay temas de soberanía que dependen de la política interior y que son innegociables», avisó este domingo el ministro de Estado Nikos Pappas, mano derecha de Tsipras.
Tras las duras negociaciones entre Grecia y la Eurozona, el viernes en Bruselas, Atenas intentaba dar una interpretación positiva del difícil compromiso que alcanzó para lograr cuatro meses adicionales de financiación, hasta junio.
«Estamos al principio de una nueva fase», afirmó Pappas, que considera que los cuatro próximos meses permitirán que el nuevo gobierno demuestre la credibilidad de sus reformas.
Tsipras aseguró el sábado que había «ganado una batalla», en un discurso que oscilaba entre la defensa de un acuerdo que «deja atrás la austeridad, el memorando, la troika» y la lucidez sobre la «batalla larga y difícil» que espera a Grecia.
Divergencias
Una primera voz disonante se hizo oír en las filas de Syriza: el diputado europeo y decano de la izquierda griega Manolis Glezos, de 92 años, criticó con aspereza las concesiones a la Eurozona y «se disculpó ante el pueblo griego por haber participado en esta ilusión».
«Ya no estamos dispuestos a dejarnos aplastar como moscas», lanzó el domingo, durante el gran desfile de carnaval de Patras (oeste), Giorgos Vourdoulas, cuya compañía teatral escenifica un tanque «que adopta el aspecto de un insecto molesto» llamado Grecia.
Las cuestiones relativas a los derechos y condiciones laborales son temas «de política interior», insistió a su vez Pappas.
En este ámbito, el gobierno se comprometió a restablecer las convenciones colectivas, sustituidas por la regla de los contratos individuales en los últimos años, un sistema que protege menos a los empleados.
Ahora bien, según los términos del actual plan de rescate, Grecia debe acelerar la desregulación del mercado laboral y reformar el derecho sindical.
La subida del salario mínimo, de 580 a 751 euros, que forma parte de las promesas de campaña, se llevará a cabo de «forma progresiva», explicó Pappas.
El ministro descartó, asimismo, nuevas rebajas de los salarios de los funcionarios y de las pensiones, a pesar de que el anterior ejecutivo se había comprometido a bajar estas últimas y a suprimir las jubilaciones anticipadas antes de los 62 años.
¿Y después del plan de ayuda?
A pesar de estas divergencias, el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, expresó su convencimiento de que las refornas serán aprobadas por sus 18 colegas de la zona euro, que las juzgarán el martes en una conferencia telefónica del Eurogrupo.
Atenas espera convencer con un compromiso cifrado de lucha contra la evasión fiscal y la corrupción.
El catálogo de reformas que debe presentar el lunes el Gobierno griego permitirían ingresar a Atenas más de 7.000 millones de euros, afirma este lunes el diario alemán Bild.
Según el rotativo, que afirma haber obtenido sus informaciones de fuentes cercanas al Gobierno griego, el plan griego prevé que la lucha contra los tráficos de gasolina y tabaco, los impuestos de grandes fortunas y el cobro de las deudas fiscales de particulares y empresas supondrían un ingreso de 7.000 millones de euros.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, citado el lunes por el diario alemán, recalca que que queda mucho por hacer. «Europa ha obtenido un respiro, nada más, ciertamente no es una solución. Ahota le toca al Gobierno griego», dijo.
«Las discusiones están en marcha, no debemos acompañarlas de hosquedades ni arrogancias», añadió Steinmeier.
En una entrevista del diario conservador español ABC, el vicepresidente de la Comisión Europa, Frans Timmermans, dijo que el Gobierno Tsipras «se ha dado cuenta de que ciertas reglas, aunque no las haya firmado uno mismo, deben ser respetadas por tu gobierno».
Varios países, incluyendo Alemania, deberán pasar por la aprobación por sus Parlamentos, antes del 28 de febrero, del plan de ayuda a Grecia, que el Gobierno Tsipras desea que sea el último.
«Al cabo de estos cuatro meses, plantearemos la cuestión de la deuda» pública, avisó Katrougalos. El gobierno intenta reestructurar el pago de la deuda de unos 320.000 millones de euros, 175% del PIB, cuyo peso lastra el presupuesto del país y su capacidad de financiación en los mercados.