Los venezolanos votaban este domingo en unas elecciones municipales consideradas el primer test para el presidente Nicolás Maduro en un marco de elevada inflación y escasez de productos básicos, a siete meses de haber sido ungido por el voto popular tras la muerte del líder Hugo Chávez.
Los comicios para definir autoridades de 337 alcaldías fueron elevadas a la categoría de plebiscito por la oposición, en una apuesta riesgosa que podría volverse contra los partidos aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), liderada por Henrique Capriles, quien perdió las presidenciales de abril por 1,5 puntos.
Hacia las 10H00 (14H30 GMT), casi todos los 13.500 centros de votación en el país operaban con normalidad para que los más de 19 millones de venezolanos convocados a elegir también 2.455 concejales pudieran ejercer su derecho al voto, aunque la afluencia era menor que a la misma hora en otras elecciones, constató la AFP.
La «Revolución Bolivariana» de Chávez ha ganado regularmente casi todos los comicios y plebiscitos en los últimos 14 años en el país, que tiene las mayores reservas petroleras del mundo.
Maduro pidió la noche del sábado mantener la «serenidad» ante la posibilidad de que algunas alcaldías sean «altamente disputadas» y tengan resultados «ajustados» en esta jornada declarada «Día de la Lealtad» a Chávez, cuando se cumple un año de su último discurso antes de someterse a su cuarta operación en Cuba.
El chavismo controla más del 80% de los municipios y los pronósticos le auguraron que mantendrá al menos dos terceras partes, en especial luego de la «guerra económica» del presidente, quien ordenó rebajas compulsivas de precios y amenazó con encarcelar a especuladores.
En un colegio electoral de la barriada del 23 de enero, un bastión chavista en el oeste de Caracas, Noris Rodríguez, de 55 años, explica a la AFP que acudió a votar para «seguir adelante con el proceso y ayudar a Maduro con votos porque la oposición es como una piedra, ni hace ni deja hacer».
Caracas y Maracaibo
Por su parte, los opositores se atrincheran en ciudades grandes, entre ellas las dos principales aglomeraciones del país, consideradas las «joyas de la corona»: el distrito metropolitano de Caracas y la petrolera Maracaibo, que suman un sexto del padrón electoral.
«Hay que salir a votar para ganarle una al gobierno, este país se está yendo hasta el fondo. Nunca había habido que hacer tantas colas para todo, la inseguridad nos esta comiendo», explica en un centro de votación en el acomodado distrito de Chacao Neida Pernia, una comerciante de 48 años, disgustada por la poca afluencia de votantes en las primeras horas.
Sin embargo, la defensa de esos dos trofeos frente al asalto gubernamental no está decidido, en especial en Maracaibo, donde el joven filósofo –doctorado en Italia y Francia– Miguel Pérez Pirela es un serio rival de la alcaldesa Eveling Trejo, esposa del conspicuo antichavista Manuel Rosales, exiliado en Perú.
La jornada electoral de este domingo, custodiada por 120.000 militares, comenzó para cientos de miles de jóvenes varias horas antes del amanecer, cuando se lanzaban a las calles para acudir a sus puestos en las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), eje de la formidable maquinaria electoral oficialista, integrada por casi 14.000 grupos.
En un país con sufragio optativo e histórica abstención del 50% en comicios locales, las UBCH tienen asignada la tarea de garantizar cinco millones de votos (o sea la mitad de los sufragios válidos teóricos), yendo a buscar a los simpatizantes chavistas allí donde se encuentren.
El éxito de la maquinaria chavista se refleja también en los llamados que por Twitter improvisaba la oposición el sábado en la cuenta @CaprilesPuntoTV, pidiendo a quienes tuviesen automóviles a inscribirse para movilizar votantes.
El contexto económico
Venezuela llegó a las elecciones con una inflación del 54% anual, fuertes presiones sobre la cotización del dólar en el ilegal mercado paralelo, donde cotiza nueve veces más que en el controlado mercado oficial, y escasez puntual de productos.
Maduro, en picada en los sondeos hasta octubre, salió al contraataque en noviembre y tras definirse como «presidente justiciero», lanzó una ofensiva que forzó la baja de precios de televisores, zapatos o tornillos, censó comerciantes y amenazó con prisión a díscolos.
Encuestas privadas a las que tuvo acceso la AFP detectaron que la panoplia de medidas populistas, que apuntan básicamente a la clase media, habrían frenado la caída de la intención de voto de los candidatos oficiales e incluso revertido la tendencia.
Los centros de votación permanecerán abiertos doce horas y el Consejo Nacional Electoral (CNE) anticipa que los primeros resultados comenzarán a conocerse tres horas después del cierre de mesas a las 18H00 (22H30 GMT), cuando estos sean irreversibles.