Acusándose mutuamente de buscar un estallido de violencia, la oposición y el gobierno de Venezuela medirán sus fuerzas el jueves con masivas marchas a favor y en contra de un referendo revocatorio del mandato de Nicolás Maduro, confrontado al malestar popular por la severa crisis económica.
Cientos de militares y policías se desplegaron en puntos estratégicos ante lo que se prevé será la mayor pulseada callejera que hará la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para exigir al Consejo Nacional Electoral (CNE) que acelere el referendo: la denominada «Toma de Caracas».
«Toda Venezuela se está movilizando por el derecho a votar (…) por encima de la estrategia del miedo, el chantaje y el amedrentamiento, para hacer la más importante movilización política de nuestra historia reciente», aseguró el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.
Pasando a la ofensiva, los chavistas se manifestarán este miércoles y convocaron a una gigantesca movilización el jueves que llamaron la «Toma de Venezuela» para, según sus dirigentes, «defender la revolución».
Maduro acusó a la oposición de planear un «golpe de Estado» y amenazó con mandar a prisión a dirigentes opositores si se desatan hechos de violencia el jueves: «Chillen, lloren o griten, ¡presos van!», sentenció.
«La oposición se juega el todo por el todo, busca demostrar que es una gran mayoría en el país que quiere cambio. El gobierno está centrando su estrategia en desmoralizar, desmovilizar y meter miedo», afirmó a la AFP Diego Montoya-Ocampo, analista del IHS Markit Country Risk, con sede en Londres.
«Revocar el hambre»
La MUD se movilizará para reclamar al CNE, al que tacha de «chavista», la fecha exacta de recolección de cuatro millones de firmas necesarias para convocar la consulta popular.
El CNE descartó que vaya a anticipar la fecha de recolección de las firmas, reiteró que se hará la última semana de octubre y advirtió que eventuales disturbios callejeros paralizarán el proceso.
A la oposición le urge que el referendo se efectúe antes del 10 de enero, porque si Maduro pierde, habrá elecciones; pero si es revocado después de esa fecha, será sustituido por su vicepresidente.
Para revocar el mandato del presidente socialista se necesitan más de los 7,5 millones de votos con los que fue elegido en 2013. Según la firma Venebarómetro, 64% de los electores votaría en su contra.
«Lo que viene es cambio, porque el pueblo quiere revocar el hambre, la inseguridad y la falta de medicinas», aseguró Torrealba, al anunciar que la movilización opositora se concentrará en tres estratégicas avenidas del este de Caracas, bastión de la oposición.
Maduro, quien culpa de la crisis al desplome de los precios del petróleo y a una «guerra económica» de empresarios, enfrenta el descontento de una población que sufre por la escasez de alimentos y medicinas, y una inflación que según el FMI alcanzará 720% en 2016, la más alta del mundo.
Aunque la oposición tiene a su favor el malestar popular, desde 2014 no convoca multitudes. Según analistas, en parte porque está fresco el recuerdo de la violencia en esas manifestaciones que exigían la salida de Maduro del poder, con un saldo de 43 muertos.
El líder opositor Henrique Capriles, quien estima que participarán en la marcha un millón de personas, aseguró a la AFP que el jueves se abre «una nueva etapa» de movilizaciones y presión internacional para obligar al gobierno a aceptar el revocatorio.
«Conspiración imperialista»
Delegados de la MUD viajaron a Estados Unidos para pedir a las Naciones Unidas en Nueva York y a la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington que vigilen la «Toma de Caracas» y denunciar lo que consideran un «aumento de la represión».
En vísperas de la marcha, las autoridades detuvieron a dos dirigentes opositores, y envió a prisión al exalcalde Daniel Ceballos, tras un año en arresto domiciliario, por supuestamente tener un plan de fuga y planear actos violentos en la manifestación.
«No se descartan otras detenciones de algunos de estos elementos generadores de violencia de la ultraderecha venezolana que pretende crear caos y violencia», advirtió el ministro del Interior, general Néstor Reverol.
Para Torrealba, «el gobierno está haciendo todo esto por miedo». «No habrá ni una piedra, ni una capucha, ni una botella rota. La marcha será en paz y por la paz», aseguró.
«No queremos guerra, no queremos violencia, queremos un cronogramos para el revocatorio», dijo Lilian Tintori, esposa del encarcelado líder opositor Leopoldo López.
Al vincularlO con el jucio político contra Dilma Rousseff, Maduro aseguró que el pedido del revocatorio está planeado por la «derecha fascista» venezolana como parte de una conspiración que continental «viene directamente del imperialismo norteamericano».
En esta crispación política, llegaron a Caracas los exgobernantes José Luis Rodríguez Zapatero (España) y Martín Torrijos (Panamá), que forman una misión de mediación para un diálogo entre gobierno y oposición.