El presidente de Guatemala, Otto Pérez, descartó este domingo renunciar al cargo en medio de una crisis política desatada tras ser acusado de encabezar una estructura de defraudación aduanera.
«Les afirmo que no renunciaré y que con toda entereza enfrentaré y me sujetaré a los procesos que en ley correspondan», afirmó Pérez en un mensaje transmitido en cadena de radio y televisión.
El gobernante se vio obligado a dar una declaración pública luego de que el pasado viernes la Fiscalía y una comisión de la ONU contra la impunidad en el país lo acusaran de encabezar una estructura de defraudación aduanera junto a su exvicepresidenta Roxana Baldetti.
La explosiva denuncia motivó a miles de guatemaltecos a abarrotar el sábado la plaza central de la capital para exigir la renuncia del presidente y celebrar la detención el día anterior de la exvicepresidenta, quien había renunciado al cargo el pasado 8 de mayo tras verse involucrada en el escándalo de corrupción.
Según la investigación, las menciones de «el uno» y «la dos» en miles de escuchas telefónicas entre la estructura criminal corresponden al mandatario y a la vicepresidenta respectivamente.
Es más, la fiscal general, Thelma Aldana, afirmó a un canal local que tienen grabaciones de diálogos entre el gobernante y miembros de esa estructura criminal y por ello presentaron en los tribunales un pedido de antejuicio contra el presidente para que enfrente a la justicia por los delitos de asociación lícita y cohecho pasivo.
Pese a la convulsión que vive el país, el jefe de Estado ha mantenido un completo hermetismo. Su vocero, el coronel Jorge Ortega, afirma sin embargo que el presidente no ha renunciado y continuará en el cargo hasta el 14 de enero cuando termine el mandato constitucional.
Para el procurador de Derechos Humanos, Jorge de León, no existe otra salida a la crisis que la dimisión del presidente, porque «el sistema ya colapsó, nuestra democracia no da los resultados necesarios y este ya es un Estado fallido».
«Más importante que la renuncia será cómo salimos de esta vorágine de corrupción», declaró a la prensa local.
El presidente comienza a perder aliados
El mandatario, que hasta el viernes no había sido vinculado oficialmente a la mafia de las aduanas, comenzó a quedarse sin aliados luego de que la poderosa cúpula empresarial pidió por primera vez su renuncia y se incrementó el clamor popular para que abandone el puesto.
El gremio empresarial, que había sido su aliado, hizo la petición «en aras de la gobernabilidad y la transparencia y con el afán de fortalecer la democracia y preservar la institucionalidad».
Además, sus ministros de Economía, Sergio de la Torre, y de Educación, Cynthia Del Águila, así como el comisionado para la Competitividad, Juan Carlos Paiz, cercanos a la cúpula empresarial, renunciaron a sus cargos el sábado al considerarse «decepcionados» por la supuesta participación de Pérez en el caso.
Los tres viceministros de Economía también presentaron su dimisión irrevocable.
Para el analista político independiente Luis Fernando Chávez, la renuncia de los dos ministros y el comisionado se traduce en la ruptura de la alianza con el sector privado.
En tanto, el director del Instituto de Problemas Nacionales de la estatal Universidad de San Carlos, Edgar Gutiérrez, dijo que ahora el jefe de Estado enfrenta una presión mayor porque ya no es un señalamiento aislado, «pues lo identificaron como cabecilla de la estructura de defraudación».
Sin embargo, el analista político Phillip Chicolá va más allá al indicar al diario El Periódico que con la acusación le «ponen dos clavos finales en el ataúd del gobierno de Otto Pérez (..) porque ahora es un presidente de papel».
Primera estocada, la renuncia de Baldetti
El primer terremoto político lo sufrió el presidente el pasado 16 de abril cuando revelaron la investigación de la estructura criminal denominada «La Línea» después de un año de pericias porque salió salpicada Baldetti al estimar que el líder de la red era su entonces secretario privado, Juan Carlos Monzón, prófugo de la justicia.
Baldetti era considerada por la población la persona que ostentaba el verdadero poder, pero al estar inmersa en el escándalo y bajo una fuerte presión por controversiales declaraciones renunció al puesto el 8 de mayo.
El viernes fue detenida en un hospital privado donde estaba internada y recluida en un cuartel militar de la capital acondicionado parcialmente como prisión para reos de alto impacto y está previsto que el lunes rinda su primera declaración ante el tribunal del caso en la sede de la Corte Suprema de Justicia.
Sin embargo, las cosas cambiaron radicalmente el viernes cuando destaparon que los verdaderos cabecillas de la mafia son supuestamente el gobernante y su exvicepresidenta.
Iglesia apoya renuncia
Mientras tanto, el arzobispo y líder de la iglesia Católica en Guatemala, Iván Morales, apoya la renuncia del Presidente. Para el prelado, «este gobierno al igual que otros, dijo que amaban a Guatemala pero en realidad robaron a los pobres».
El líder religioso considera que con todos los señalamientos en contra del mandatario, la mejor decisión que puede tomar es la renuncia y enfrentar la justicia para allí demostrar si en realidad es inocente.