Angustiados por el precedente chipriota y el espectro del Grexit, algunos griegos prefieren gastar su dinero a dejarlo en las cuentas bancarias exponiéndolo a la devaluación o a una confiscación. Todo con tal de que no se lo lleven los acreedores.
«Hasta el pasado fin de semana, la gente compró muchas cosas para proteger su dinero», afirma Andreas Triantaphylidis, vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Atenas.
Se trata de una consecuencia inesperada de la crisis de liquidez que ha afectado al país después del anuncio, a finales de junio, del referéndum, y que ha obligado al gobierno a decretar un control estricto de capitales.
Entre el 27 de junio y el 10 de julio, las ventas de productos de lujo (relojes y joyas) o electrónicos (smartphones y ordenadores) aumentaron un 30% con relación al mismo periodo del año pasado, según Triantaphylidis.
Una tendencia que podría prolongarse con las rebajas, que arrancaron en Grecia el lunes, al menos para los que poseen una tarjeta de crédito, ya que el retiro de dinero en efectivo sigue limitado a 60 euros por día hasta nueva orden.
En la práctica, el cierre de los bancos ha hecho que la gente use mucho más las tarjetas de crédito en un país donde el pago en efectivo está muy extendido, sobre todo entre los ancianos.
En los últimos días se han expedido alrededor de 500.000 tarjetas de crédito y las transacciones de este tipo se han disparado un 130%, según la asociación de los bancos griegos.
«La semana pasada, tuvimos a muchos clientes. Querían comprar todo lo que podían, por miedo a perder la mitad de sus ahorros», afirma Stéphanie, empleada en una joyería familiar del barrio acomodado de Kolonaki.
Las joyas de oro, un tradicional valor refugio, y los relojes de lujo, algunos de ellos de 6.000 euros, se vendieron como pan caliente, asegura la vendedora de 28 años. Según ella, estos clientes «no son especialmente ricos» y tienen entre 30 y 50 años.
«A los griegos no los entiendo -añade-. Yo no gastaría mi dinero en los tiempos que corren».
‘Acallar los rumores’
Sin embargo, desde el acuerdo alcanzado el lunes en Bruselas, que aleja el doble espectro de un Grexit y de un «bail-in» (confiscación de los depósitos de los clientes a partir de una determinada cantidad para recapitalizar los bancos), sólo acuden a la joyería los turistas, como suele ocurrir en estas fechas.
El gobierno se empleó a fondo el martes por la noche en acallar los rumores que corren desde el 27 de junio y repitió que este acuerdo «garantiza los depósitos» y evita «un bail-in».
El acuerdo estipula que el parlamento griego tiene hasta el 22 de julio para adoptar la directiva europea de 2013 que garantiza los depósitos hasta 100.000 euros.
Otra forma de emplear el dinero es pagando los impuestos. Mil millones de euros ya entraron en las arcas del fisco entre el 27 de junio y el 10 de julio. Es decir en diez días, casi tanto como en un mes (1.200 millones en junio y 1.400 millones en mayo), pese a que la administración aplazó hasta finales de julio la fecha tope para el pago del impuesto sobre la renta.
«Por primera vez en mi vida, estoy al día en mis impuestos, no debo nada al Estado», confiesa Giorgos, de 35 años, que dirige una pequeña editorial familiar.
Alexis tiene otras prioridades. Este gerente de un hostal se desvive por pagar a sus proveedores.
Sin embargo estas compras, limitadas a bienes de mucho valor, no han impedido la caída de 70% de las ventas en el comercio al detalle entre el 27 de junio y el 10 de julio con respecto al mismo periodo del año pasado, según la confederación nacional del comercio griego. Sólo la compra de gasolina y de alimentos siguió aumentando.