Con su popularidad a la baja, al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se le resquebraja ahora el símbolo de su estrategia de seguridad con la fuga del más poderoso de los capos de la droga, Joaquín «El Chapo» Guzmán.
En sus primeros dos años de mandato, Peña Nieto fue reconocido por los éxitos sin precedentes en la captura de líderes de todas las organizaciones criminales.
Pero el impacto generado por la segunda evasión de «El Chapo» de una cárcel de máxima seguridad, que deja en evidencia de nuevo los graves problemas de impunidad y corrupción en México, puede hacer olvidar aquellos logros.
«Sí puede porque el personaje es tan icónico. En el mejor de los casos, esta fuga es vergonzosa. Abolla la imagen de eficacia que habían transmitido y obliga a repensar la narrativa de qué tan bien estamos en materia de seguridad», dijo a la AFP Alejandro Hope, exoficial del servicio de inteligencia mexicano.
Es «un hecho muy lamentable que indigna a la sociedad mexicana y que me tiene profundamente consternado», dijo este domingo el mandatario en un breve mensaje a medios al inicio de su visita de Estado en Francia.
«Confío en que las instituciones del Estado, particularmente las encargadas de la seguridad pública, estén a la altura con la fortaleza y determinación para reaprehender a este delincuente», añadió Peña Nieto, quien también demandó una profunda investigación sobre la posible complicidad de autoridades en la fuga.
Otros expertos prevén que la fuga también genere problemas con Estados Unidos, que pretendía su extradición.
La lucha contra Guzmán y su cártel de Sinaloa ha marcado los últimos gobiernos mexicanos. El de Vicente Fox (2000-2006) es recordado, entre otras cosas, por no poder evitar su primera fuga del penal de Puente Grande (oeste) en 2001 escondido en un carrito de lavandería.
Su sucesor, Felipe Calderón (2006-2012), lanzó al Ejército a una sangrienta lucha contra los cárteles pero no fue capaz de apresar a Guzmán, considerado el narcotraficante más buscado del mundo.
En febrero del año pasado, el gobierno de Peña Nieto (2012-2018) sorprendió al anunciar la captura de este personaje de leyendas, que aparecía en la lista de los hombres más ricos del mundo y al que muchos comparaban con el colombiano Pablo Escobar.
Con esta detención, el mandatario enviaba el mensaje de que no permitiría capos intocables y que su estrategia de seguridad era mucho más efectiva para atacar las cúpulas criminales.
«Sería imperdonable»
En medio de múltiples elogios, el propio Peña Nieto se comprometió entonces a que los sistemas de seguridad y justicia mexicanos no volverían a fallar y, en una entrevista con la cadena Univisión, dijo que una segunda fuga de Guzmán sería «verdaderamente imperdonable».
El presidente envió al detenido al penal de El Altiplano, a 90 km de la capital, considerado el más seguro del país y del que no se conocían fugas.
El entonces fiscal general, Jesús Murillo Karam, desechó el pedido de extradición a Estados Unidos, argumentando que primero debía pagar por sus crímenes en México.
Pero 17 meses después, el capo protagonizó otra huida de película. Esta vez Guzmán se escabulló por un orificio escondido bajo su ducha que conectaba con un pasadizo de 1,5 km de longitud.
«Seguramente ‘El Chapo’ planeó esto desde que llegó a la cárcel y tuvo un apoyo interno y externo muy grande para poder escaparse. Seguro hubo corrupción adentro y afuera del penal», dijo a la AFP Raúl Benítez Manaut, profesor y experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«Problema con EEUU»
La fuga llega en un momento complicado para Peña Nieto, lejos de los días en que era aplaudido por atrapar a los principales barones de la droga y por un paquete de reformas que debía relanzar la economía.
La popularidad del presidente empezó a resentirse con la desaparición y presumible masacre en septiembre pasado de 43 estudiantes de Ayotzinapa a manos de policías coludidos con narcotraficantes.
Después, su imagen fue directamente dañada al conocerse que su esposa, su ministro de Hacienda y él mismo compraron mansiones en los últimos años a destacados contratistas públicos.
Peña Nieto tampoco puede lucir por ahora buenos resultados de la economía mexicana, que sigue sin crecer al ritmo esperado, y algunos anticipan un choque con Estados Unidos por la huida de Guzmán.
Esta fuga «lleva a un gran problema con el gobierno de Estados Unidos porque ellos lo pidieron (en extradición) y el gobierno de México no se lo entregó», señaló Benítez Manaut.
Una fuga «de película»
Las autoridades se percataron de la fuga cuando la noche del sábado buscaron a «El Chapo» en su celda y hallaron un gran orificio en su ducha que comunicaba con un túnel de unos 1.7 metros de alto por 80 centímetros de ancho que desemboca a «más de 1,500 metros» de distancia, explicó el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido.
En el pasadizo, que tenía incluso ventilación y alumbrado, había una motocicleta adaptada sobre rieles que habría servido para transportar las herramientas y maquinaria necesarias para las obras de excavación.
Este conducto desemboca en el interior de un inmueble en construcción rodeado por sembradíos de maíz, al suroeste del penal.
En la edificación había una cama deshecha y una cocina con algunos alimentos, según unas imágenes del recorrido de la fiscal general, Arely Gómez, difundidas por su despacho.
La evasión del líder del cártel de Sinaloa fue «impecable, implicó una obra de ingeniería impresionante», dijo a la AFP Raúl Benítez Manaut, experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«Seguramente el capo planeó esto desde que llegó a la cárcel», valiéndose de una red de corrupción dentro y fuera del penal para lograr esta fuga «de película», comentó.
Investigación «profunda»
El narcotraficante ya se había escapado de otra prisión de máxima seguridad en 2001 escondido en un carrito de lavandería. Guzmán había sido capturado en 1993 en la vecina Guatemala, cuyas autoridades desplegaron este domingo sus fuerzas en sus fronteras. También El Salvador lanzó una alerta preventiva para evitar el ingreso del capo.
Alrededor de «El Chapo» se creó un aura de intocable después de que ni el expresidente Vicente Fox (2000-2006) ni Felipe Calderón (2006-2012) pudieran atraparle.
Fue Peña Nieto quien anunció en febrero de 2014 la caída del narcotraficante más buscado del mundo en un operativo en su feudo del estado de Sinaloa (noroeste).
El mandatario recalcó el domingo que la evasión es «una afrenta al Estado mexicano» y ordenó una «profunda» investigación sobre la posible complicidad de autoridades.
La huida de «El Chapo» llega en un momento difícil para el mandatario, con la popularidad a la baja tras la desaparición y presumible masacre de 43 estudiantes en la localidad de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, en septiembre pasado.
Peña Nieto no ha podido reducir de forma significativa los índices de violencia pero se había mostrado mucho más eficaz que sus predecesores en la captura de los líderes de todas las organizaciones criminales, especialmente la de «El Chapo», que le generó numerosos aplausos internacionales.
«En el mejor de los casos, esta fuga es vergonzosa. Abolla la imagen de eficacia que habían transmitido y obliga a repensar la narrativa de qué tan bien estamos en materia de seguridad», dijo a la AFP Alejandro Hope, exoficial del servicio de inteligencia mexicano.
Guzmán, cuyo cártel dominó en México gracias al tráfico de cocaína y marihuana a Estados Unidos, Europa y Asia, llegó a aparecer en la lista de los más ricos del mundo de Forbes hasta que la revista dijo en 2013 que no podía verificar la magnitud de su fortuna.
Apodado «El Chapo» como diminutivo de «chaparro» (por su corta estatura de 1,55 m), Guzmán nació en Badiraguato, Sinaloa, cuna de la mayoría de los capos históricos de México y se cree que tiene 10 hijos con varias mujeres.