El expresidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se defendió de las acusaciones que lo relacionan a la defraudación fiscal que ha sido conocida como La Línea. Desde la cárcel militar de Matamoros, Pérez Molina dijo que espera se abra el juicio en su contra para demostrar que, a través de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), Estados Unidos promovió “un golpe suave” para destituirlo de la presidencia.
Según dijo, en las investigaciones realizadas por la Cicig hubo “intereses de otro tipo”, que alcanzan a Honduras y El Salvador, donde se estarían gestando movimientos similares. En su defensa, atribuyó injerencia de parte de la nación estadounidense debido a que su Gobierno le era incómodo.
«El marcado interés de Estados Unidos para que la Cicig estuviera presente no es por gusto», dijo, entre lo que mencionó que EEUU pidiera dar continuidad por don años más de la Cicig fue uno de ellos.
«La Cicig ha sido un instrumento que ha servido a otras personas, hoy lo estoy viendo como una injerencia de Estados Unidos», resaltó.
El “golpe de Estado suave” al que se refirió parte de que “hay que levantar la indignación de la gente, buscar motivos como los temas de corrupción, sacan una lista de temas y al ver las fases, es casi calcado lo que pasó en Guatemala”.
Aunque Otto Pérez reconoció que sí había una estructura de defraudación aduanera, insistió que no pertenece a ella. “Sí, creo que soy una víctima; si fuera culpable lo reconocería», agregó.