WASHINGTON, 4 noviembre 2014. Los estadounidenses votaban este martes en unas legislativas en las que los opositores republicanos del presidente Barack Obama se encaminaban a conquistar la totalidad del Congreso, por primera vez en ocho años.
En las «midterms» o elecciones de mitad de periodo, tradicionalmente crueles para el partido en el poder, los electores renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 36 de 100 bancas del Senado, y 36 de 50 gobernaciones de estados.
Simultáneamente se realizarán decenas de referendos en los estados, especialmente sobre la legalización o despenalización de la marihuana (incluyendo la capital federal, Washington), el derecho al aborto o el aumento del salario mínimo.
Los republicanos van rumbo a ampliar su dominio de la cámara baja y, según analistas electorales, tienen más de 75% de probabilidad de lograr la mayoría en el Senado, bajo control demócrata desde 2006.
«Creo que necesitamos un cambio en la política estadounidense», dijo a la AFP Charles Kaster, un trabajador de la construcción y republicano, luego de votar en Berryville, Virginia.
Todos los presidentes desde Ronald Reagan abandonaron la Casa Blanca con la oposición de ambas cámaras en el Congreso y para Obama, electo en 2008, no sería distinto.
El mandatario, que pasaba el día en reuniones en la Casa Blanca, reconoció en un programa radial que el mapa electoral este año era particularmente desfavorable para los demócratas.
«Es probablemente el peor grupo posible de estados para los demócratas desde Dwight Eisenhower», dijo Obama a la radio WNPR.
Diez batallas clave
La atención del país estará centrada en diez batallas clave por el Senado: Kentucky, Georgia, Carolina del Norte, Arkansas, Luisiana, Kansas, Alaska (perdidas por Obama en 2012), New Hampshire, Iowa y Colorado.
Actualmente los demócratas tienen una mayoría de 55 a 45.
Las primeras luces sobre el Senado se podrían conocer tras el cierre de las urnas en Kentucky (23H00 GMT).
Sin embargo, la jornada podría ser larga, aún sin contar con las probabilidades de balotaje en Luisiana (sur) y Georgia (sureste), el 6 de diciembre y 6 de enero, respectivamente.
Hasta la víspera los sondeos se mantenían ajustados, en algunos casos por debajo del margen de error, pero favorecían a los republicanos en suficientes contiendas senatoriales para conquistar las seis bancadas que requieren para voltear el péndulo del poder en la cámara alta.
«Será una gran victoria, será una gran noche», dijo este martes el senador John Cornyn, segunda figura de los republicanos en la cámara alta.
Los republicanos han insistido durante meses en que la elección es un referendo contra Obama, a quien culpan de la crisis en Siria, la falta de preparación frente al ébola y no le perdonan la reforma del sistema de salud, «Obamacare».
La relativa impopularidad de Obama, inamovible a pesar de la caída del desempleo y el repunte económico, lo alejaron de las campañas demócratas.
«Si los demócratas exceden las expectativas y mantienen el Senado, significa que la composición demográfica de Estados Unidos no soporta al Partido Republicano como está constituido», señala Daniel Paul Franklin, profesor de Georgia State University.
Pero «si a los republicanos les va mejor de los previsto y ganan el Senado a lo grande, los demócratas deberían repensar sus políticas, incluyendo Obamacare, y sus tácticas electorales», añadió.
«Después nos quejamos»
Muchos latinos, que junto a los negros y jóvenes son uno de los bastiones demócratas, salieron a votar este martes, aunque admitieron que muchos otros se quedaron en casa desilusionados por las promesas incumplidas, entre ellas la de una reforma migratoria.
Según el instituto demográfico Pew Hispanic votarán unos 7,8 millones de los 25,2 millones de latinos lhabilitados, una cifra récord para la primera minoría del país.
«Aquí la gente es un poquito menos dada a votar, sobre todo la gente de origen hispano, como que no le gusta votar, pero después nos quejamos de que las cosas están mal», dijo a la AFP Rosa Sánchez, una mexicana que llegó hace 20 años a Estados Unidos, tras votar en Miami.
En Florida se espera que el voto hispano sea particularmente relevante en la cerrada carrera por la gobernación. La situación es similar en Colorado (centro-oeste), donde los sondeos predicen un final reñido tanto por el senado y la gobernación.
Los comicios cierran meses de campaña, a un costo estimado de 3,670 millones de dólares por el Center for Responsive Politics, un récord para las «midterms».