El Salvador
domingo 12 de enero de 2025

Estados Unidos y la necesidad de inmunidad ante Trump y el coronavirus

por Redacción


Estados Unidos y el mundo tienen bajo la lupa el debate entre la necesidad de volver al trabajo y proteger a los más vulnerables del COVID-19. ¿Cuál es el rol de su presidente?

El analista y escritor Thomas Friedman resume en una columna publicada en el New York Times la importancia de debatir racionalmente dos aspectos: la necesidad de “aflojar” las medidas de restricción ante el COVID-19 para reactivar la economía y proteger a los más vulnerables a la enfermedad.

En su artículo de opinión “Necesitamos inmunidad colectiva de Trump y el coronavirus”, el también autor de ocho libros es claro en que Estados Unidos tuvo el “infortunio” de que “una de las peores crisis en la historia estadounidense” coincida con la presidencia del republicano Donald Trump.

Y lo argumenta así: “Seguro es que Trump no es el único sembrando división en nuestra sociedad, pero como presidente tiene un megáfono como nadie más, por lo que cuando arroja sus políticas divisorias y sugiere desinfectantes como curas, no solo está erosionando la inmunidad física de nuestra sociedad, sino también nuestra inmunidad cognitiva’, nuestra habilidad de filtrar la ciencia del curanderismo y los hechos de las invenciones”.

“Como resultado, las conferencias diarias de Trump se han convertido como tal en una amenaza a la salud pública… Si no tenemos un presidente que pueda armonizar nuestra necesidad de protegernos del coronavirus y la necesidad de volver a trabajar –así como nuestra necesidad de proteger el ecosistema de nuestro planeta y el crecimiento económico- estamos condenados”, añade Friedman.

El analista del Times también sostiene que “este virus en realidad fue provocado por nuestra polarización del mundo natural. Y nos destruirá –física y económicamente- si estamos encerrados en un polarizado y binario argumento sobre nuestras vidas contra medios de vida”.

Ante este tema, Friedman es enfático que se necesita un gobernante acorde a la emergencia, aunque en el caso estadounidense, critica, “obtuvimos un presidente que es el cruce entre Dr. Phil (una personalidad de la TV estadounidense y psicólogo), Dr. Strangelove (un personaje ficticio obsesionado con bombardear a la Unión Soviética) y Dr. Seuss (creador de libros para niños)”.

El problema que nadie vio

“Cuando escuchas a Trump, uno de sus argumentos consistentes es que todo estaba ‘perfecto’ con la economía, hasta que –de la nada-, este cisne negro llamado COVID-19 apareció de China y lo destruyó todo”, indica Friedman, quien, no obstante, considera correcto únicamente el hecho de que el virus efectivamente procede de Wuhan, China. Lo demás es, de hecho, “un elefante negro”.

El término “elefante negro”, explica, se acuña por la frase de un “elefante en el cuarto”, usada cuando un problema evidente no se está observando y por eso considera que el COVID-19 (el “elefante negro”) era un desastre inminente que nadie quiso abordar apropiadamente.

Este problema que nadie vio ni abordó se origina por la cacería constante de la vida animal y la destrucción de su medio ambiente, lo que genera que una serie de especies que pueden vivir en los hábitats humanos crezcan, como las ratas, murciélagos y algunos primates.

Los murciélagos son de los animales cuya carne se vende en los "mercados húmedos". /EFE

Los murciélagos son de los animales cuya carne se vende en los «mercados húmedos». /EFE

Esos animales “juntos albergan el 75 % de todos los virus zoonóticos conocidos hasta la fecha, y quién puede sobrevivir y multiplicarse en hábitats destruidos dominados por humanos”, explica Friedman, citando a Johan Rockström, un reconocido científico experto en el tema.

La deforestación y la sobrepoblación permitieron a estas especies “acercarse” a los humanos, lo que en países como China o Vietnam normalizaron los conocidos como “mercados húmedos”, donde se comercializa carne de especies como el murciélago, por lo que “vemos cada vez más enfermedades zoonóticas que se transmiten de los animales a las personas. Sus nombres: SARS, MERS, ébola, gripe aviar y gripe porcina… y por último, COVID-19”.

Friedman considera que China tiene muchas preguntas qué responder, ya que ante el surgimiento de coronavirus como el SARS, dichos mercados de “carne húmeda” se cerraron en 2003, pero una vez terminó la crisis sanitaria, reabrieron.

“Agregue globalización a esto y tendrá los ingredientes perfectos para más pandemias. Necesitamos encontrar un equilibrio mucho más armonioso entre el crecimiento económico y nuestros ecosistemas”, reflexiona Friedman.

Armonía para reabrir

Ese mismo equilibrio entre humano y naturaleza debe aplicarse al debate actual sobre reabrir la economía, sostiene el artículo del New York Times.

Friedman cita a Graham Allison, una experta en seguridad nacional de la Universidad de Harvard, quien dice que “estamos teniendo este importante debate sobre nuestra salud y futuro económico de una manera increíblemente descoordinada. En cambio, deberíamos contar con expertos del gobierno federal en un equipo que ofrezca su enfoque, y un Equipo B de analistas médicos, económicos, de salud pública, de datos y estratégicos independientes que ofrezcan un enfoque alternativo. Y luego ir por la mejor síntesis”.

La reapertura de la economía pasa también por equilibrar medidas que protejan a los más vulnerables. /EFE

La reapertura de la economía pasa también por equilibrar medidas que protejan a los más vulnerables. /EFE

“Si llegamos a la conclusión de que un grupo identificado de una cuarta parte de la población enfrenta un riesgo inaceptable de muerte por coronavirus, pero que para el otro 75 %, con las precauciones apropiadas como el distanciamiento social y las máscaras, no enfrentamos un riesgo mayor que otros riesgos de muerte, ¿sería posible diseñar una respuesta que protegiera a los más vulnerables y al mismo tiempo reabrir la mayor parte de la economía para otros?”, indica la analista Allison sobre el tema.

Sobre esta reapertura, Friedman también menciona a un experto en salud pública que impulsó desde el inicio la importancia de llevar las dos cosas de la mano: proteger vidas y reabrir, el doctor David Katz.

“El punto de vista era mucho más centrista: respeto por la infección, pero igual respeto por el alto costo de cerrar todo, a sus pacientes, por supuesto, pero también a ellos mismos y a sus familias. Muchos estaban muy preocupados por los despidos, el desempleo y la verdadera desesperación que afecta a los hermanos o amigos cercanos”, explica el doctor Katz, citado por el New York Times.

La síntesis de Katz se cierra en una frase: “En el momento en que dejas de respetar este virus, matará a alguien que amas”.

Por lo tanto, la mejor estrategia según el especialista en salud es guiarse por la información disponible, y esta expresa que “el coronavirus es dos enfermedades completamente diferentes en diferentes poblaciones. Es grave y potencialmente letal para los ancianos, los enfermos crónicos y aquellos con condiciones preexistentes. Sin embargo, rara vez es potencialmente mortal, a menudo leve, y a menudo incluso asintomático, entre los menores de 50 o 60 años en general con buena salud”.

La estrategia de combate ideal

Ante este escenario de dos enfermedades diferentes según grupos poblacionales, el doctor Katz establece que la mejor forma de combatir la enfermedad y solventar el debate de la reapertura pasa por “proteger a los vulnerables, al tiempo que permite a aquellos que pueden regresar al mundo de manera más segura hacerlo, restaurando así la economía, las cadenas de suministro y los servicios, al tiempo que se cultiva la protección colectiva de la inmunidad colectiva”, lo que conduce a que todos estemos a salvo.

Friedman concluye que la enfermedad deja un mensaje de la Madre Naturaleza: “Dejas que todo se desequilibre y llegue a extremos. Arrasaste mis ecosistemas y desataste este virus. Dejas que el extremismo político haga estragos en tu política. Necesitas volver al equilibrio, y eso comienza con el uso del sistema inmunológico que te doté”.

Y para salir de la crisis con la menor pérdida de vidas y el menor daño a la economía, expresa Friedman, “necesitamos un presidente que pueda dirigir un debate no partidista basado en la ciencia a través del intercambio de ‘éticas infernales’, económicas y ambientales que tenemos que hacer”.