Todavía dolida diez años después de los atentados del 11 de marzo de 2004, España recordó este martes a los 191 muertos y 1.900 heridos que conocieron el horror cuando cuatro trenes abarrotados fueron pulverizados por bombas islamistas.
«Hoy se cumplen diez años del mayor atentado terrorista de la historia de Europa», afirmó Angeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, recordando las «191 vidas rotas por la barbarie» durante un multitudinario homenaje en el madrileño parque del Retiro.
«Los relojes de todos los que sufrimos aquello siguen parándose cada mañana», «con el mismo miedo, con la misma sensación de angustia y pánico», agregó esta mujer que perdió a su hija Miryam, de 25 años. «Ese día queda para siempre marcado a fuego en nuestros corazones».
Después, mientras tocaba un duo de chelo y órgano, 191 globos blancos se alzaron al cielo, y cada uno de los presentes, encabezados por numerosos miembros de los gobiernos nacional y regional, recorrió en silencio el camino hacia el Bosque del Recuerdo, para depositar margaritas blancas sobre los cipreses plantados en honor de las víctimas.
Mientras tanto, cuatro adolescentes recitaban los nombres de los fallecidos ante cientos de asistentes, entre ellos bomberos, policías y voluntarios que trabajaron el día de la tragedia.
«El décimo aniversario es una prueba más emotiva. El despliegue que hay aquí este año no lo ha habido nunca», afirmaba José Olivares, de 72 años, técnico financiero jubilado.
Poco antes, en la catedral de La Almudena, una misa solemne con la presencia del rey Juan Carlos, la reina Sofía y el jefe del gobierno Mariano Rajoy, reunió a un millar de personas en torno al trágico recuerdo.
Diez bombas estallaron casi simultáneamente en cuatro trenes de cercanías, en plena hora punta en las estaciones de Santa Eugenia, El Pozo, en la entrada de la estación de Atocha y el último en esta misma estación, en pleno centro de la capital.
«Mi mujer oyó una explosión. Cuando me levanté, abrí la ventana y ví a la gente andando por las vías del tren. Pero iban andando como si fueran automátas. Iban como zombies», recordaba este martes Evaristo Ruiz, de 47 años, un vecino de Atocha, cerca del lugar donde algunas personas habían colocado flores sobre la reja de la vía del tren.
Amenaza terrorista «alta»
El lunes, 365 víctimas habían sido condecoradas en una ceremonia en el Teatro Real de Madrid.
Entre ellos, la brasileña Adeniria Moreira, de 48 años, pasajera en uno de los trenes que perdió el bebé que esperaba, y que como cientos de heridos sigue traumatizada por el recuerdo.
Con la mirada oculta tras unas gafas de sol, este martes lucía orgullosa su medalla en el Retiro y lamentaba que se hubiese reservado a los políticos el lugar de honor en el acto. «Solo han venido a hacerse la foto. En la iglesia ha sido igual», aseguraba.
Aunque la misma noche del ataque un grupo afín a Al Qaida reivindicó la acción, el gobierno conservador de José María Aznar acusó desde un primer momento a ETA.
La obstinación del ejecutivo en apuntar a la organización armada independentista vasca contribuyó a la derrota del Partido Popular de Aznar, con Rajoy de candidato, en las legislativas del 14 de marzo que llevaron al poder contra todo pronóstico al socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Tras un largo proceso judicial y apelaciones en el Tribunal Supremo, 18 personas fueron condenadas por el 11M, con dos penas récord de casi 43.000 años de cárcel.
Sin embargo, rodeados por la policía el 3 de abril de 2004, los considerados siete principales autores del ataque se hicieron estallar con explosivos, en un apartamento de Leganés, en las afueras de Madrid.
En estos diez años, los servicios de seguridad españoles multiplicaron sus operaciones para desmantelar células islamistas y detuvieron a 472 yihadistas. Pero las autoridades alertan que todavía existe un «riesgo probable» de atentados en el país y que la amenaza terrorista sigue siendo «alta».