El papa Francisco acudió este domingo, por primera vez desde su elección en marzo, a la plaza de España de Roma, para rendir homenaje a la Virgen con motivo de la festividad de la Inmaculada Concepción, que da inicio al periodo de Navidad.
Francisco, que llegó a la plaza en coche, se acercó a pie a la columna sobre la que se erige una estatua de la Virgen, saludando con una amplia sonrisa a los numerosos fieles y turistas que asistieron.
En un momento se salió de su recurrido para saludar a un grupo de ancianos en silla de ruedas antes de llegar ante la columna, donde fue recibido por el alcalde de Roma, Ignazio Marino.
Francisco recitó la tradicional oración de la Inmaculada en pie, con un micrófono instalado sobre una alfombra. A continuación, un coró entonó cánticos en homenaje a María, madre de Jesús.
Durante el Angelus, a mediodía, Francisco ya había rendido homenaje a María, subrayando que todo cristiano puede reconocer en su destino «su vocación más profunda: ser amado y transformado por el amor».
Durante la ceremonia de la Inmaculada, a pesar del ambiente de fervor creado por los cánticos, se oyeron varios gritos de entusiasmo de «Viva el papa» o «Viva Francisco».
Los fieles se acercaron luego para entregarle pequeños regalos, entre ellos algunas botellas de vino. Después recorrió la plaza y saludó con una especial amabilidad a los discapacitados físicos o psíquicos que estaban en las primeras filas.
El Sumo Pontífice tenía previsto también acudir a la basílica de Santa María la Mayor, donde se encuentra la Virgen Salus Populi Romani, protectora de los romanos, como hizo el día después de haber sido elegido papa, el 13 de marzo.