El papa Francisco hizo este domingo un llamamiento contra el armamentismo y la explotación de la casa común en el ángelus tras la misa que celebró en Port Moresby, en Papúa Nueva Guinea, ante cerca 35,000 fieles.
Al término de la ceremonia, Francisco pidió que «María fortalezca la unión de las familias; que haga hermosos y valientes los sueños de los jóvenes; que sostenga y consuele a los ancianos; que conforte a los enfermos y a los que sufren».
Y agregó: «Y desde esta tierra bendecida por el Creador, quisiera invocar junto a ustedes, por intercesión de María Santísima, el don de la paz para todos los pueblos. En particular, lo pido para esta gran región del mundo entre Asia, Oceanía y el Océano Pacífico».
«Paz, paz para las naciones y también para la creación. No al armamentismo ni a la explotación de la casa común. Sí al encuentro entre los pueblos y las culturas; sí a la armonía del hombre con las criaturas».
Francisco realizó este llamamiento en el país que está considerado el tercer pulmón del planeta y que más está sufriendo los efectos del cambio climático debido al alzamiento de los océanos y con las catástrofes naturales cada vez más intensas y frecuentes.
En la misa en Port Moresby ante unas 35.000 personas que llenaron el estadio John Guise, Francisco los confortó asegurando que a pesar de estar «en los confines del mundo», «Dios abate las distancias».
En una misa en la que destacaron las tradiciones locales, como la procesión de ingreso de los concelebrantes acompañados de músicas y bailes locales, el papa dijo: «Ustedes que habitan en esta gran isla que se asoma al Océano Pacífico, tal vez hayan pensado alguna vez que se trata de una tierra lejana, distante, situada en los confines del mundo».
Francisco recorrió al estadio con un carrito de golf para saludar a los fieles, que llegaron desde varias partes del país, algunos con viajes de varios días ante la falta de carreteras.
Y los confortó: «Hoy el Señor, como hizo con el sordomudo, quiere acercarse a ustedes, abatir las distancias, hacerlos sentir que están en el centro de su corazón y que cada uno es importante para Él, quiere sanarles su sordera y su mudez. Hoy a cada uno de ustedes les dice: Ábrete».
En Papúa Nueva Guinea la mayoría de la población es cristiana, de los que cerca el 30 % son católicos, que viven desperdigados en su vasto territorio y sus cerca 600 islas y donde el nivel de desigualdad es el más elevado de toda Asia y el Pacífico y es el país fuera del África subsahariana que ocupa el puesto más bajo (156/187) en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas.