El Salvador
miércoles 27 de noviembre de 2024
Mundo

El museo de las cosas que olvidamos ebrios

por Redacción


Se exponen recuerdos y reliquias correspondientes a 25 resacas.

Suele ocurrir que los juerguistas no recuerdan mucho lo que hicieron la noche anterior. En Zagreb, un museo colecciona historias de resacas y reliquias de veladas alcoholizadas para ayudar a los visitantes a colmar sus agujeros negros.

El «primer museo de la resaca del mundo», según sus creadores, evoca solamente el lado festivo de esas noches de ebriedad. Pero pronto mostrará también los riesgos inherentes al consumo excesivo de alcohol.

«El museo habla de algunas noches entre el momento en que salimos de la discoteca y el momento en que nos despertamos» dice a la AFP Rino Dubokovic, de 24 años, que abrió el museo a principios de diciembre con su amiga Roberta Mikelic, de la misma edad.

Se trata de «congregar en el mismo lugar los objetos con los que la gente se despierta y las historias que generan, para que algunos puedan identificarse» dice Mikelic

Mientras varios museos del mundo están dedicados al alcohol, los dos jóvenes tuvieron la idea de un lugar dedicado a las cuitas postfestivas. Uno de ellos contó haberse despertado con un pedal de bicicleta en el bolsillo, sin la menor idea del cómo ni del por qué.

El pequeño museo expone recuerdos y reliquias que corresponden a 25 resacas.

Cuatro salas relatan las etapas de un laborioso regreso a casa.  «Calle» está ornada de grafitis. Los «Espejos» recuerdan las vitrinas de las tiendas que reflejan el rostro aturdido del juerguista. En «Jardín», el visitante escucha el trinar matinal de los pajaros. En «Habitación», donde la gente despierta tras una noche alcoholizada, reina un caos de botellas derramadas y de ceniceros desbordantes.

A los visitantes se les ofrece Rakija, el aguardiente local, y pueden jugar a los dardos con unas gafas especiales que simulan los efectos de la ebriedad.

Los testimonios son relatados en páginas colgadas de las paredes. Un joven recuerda haberse presentado en su casa al alba, y haberle mostrado el documento de identidad a su padre, policía de uniforme que estaba a punto de ir al trabajo. Creía estar frente a la entrada de una discoteca.

«Malos recuerdos»

Su padre lo «dejó entrar» pero «no tuve derecho a salir durante mucho tiempo», cuenta el joven.

El medio centenar de visitantes diarios, generalmente jóvenes turistas extranjeros, piensan que el museo es una buena idea.

«Estoy muy impresionado, pero también horrorizado, ya que todo esto me trae muy malos recuerdos, aunque también muy buenos recuerdos» dice  Andrew Hardie, de 29 años, procedente de Edimburgo.

Los riesgos por la pérdida de control y la amnesia alcohólica -que pueden generar agresiones o violaciones– no son tratados.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el uso nocivo del alcohol provoca  3,3 millones de muertes cada año en el mundo. En la categoría de los 20-39 años, cerca del 25% de las muertes son atribuibles al alcohol.

Los creadores del museo se disponen a dedicar a estos riesgos una «cámara negra» donde se expondrán advertencias e informaciones.

También quieren abrir un bar para servir remedios anti-resaca.

Entretanto, los visitantes son invitados a completar en una pizarra negra, con tiza blanca, la frase siguiente: «Esta mañana, me desperté con…»

…»Dos perros errantes», «mi ex», «un montón de calabazas», respondieron los visitantes.