El Salvador
viernes 15 de noviembre de 2024

El embajador de Nicaragua en la OEA carga contra la dictadura de Ortega

por Redacción


"Tengo que hablar aunque tenga miedo, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí", declaró durante una sesión telemática del organismo.

El embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields Yescas, decidió este miércoles dejar de «guardar silencio» y arremetió contra «la dictadura» de Daniel Ortega en su país.

«Tengo que hablar aunque tenga miedo, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí», declaró durante una sesión telemática del organismo.

McFields, nombrado por Ortega como embajador ante la OEA en octubre del año pasado, dijo tomar la palabra «en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida» en Nicaragua desde 2018.

«Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», prosiguió el embajador.

McFields reveló que en noviembre pasado, días antes de que Nicaragua anunciara su salida de la OEA, pidió a la Cancillería la liberación de 20 opositores presos de la tercera edad y de otros 20 con un estado de salud delicado, pero no le hicieron «caso».

«En el Gobierno nadie escucha y nadie habla, lo intenté varias veces durante varios meses pero todas las puertas se me cerraron», expresó.

El diplomático lamentó que en su país «no haya libertad de publicar un simple tuit» y reprochó que no queden organismos de derechos humanos.

Sin embargo, opinó que «hay esperanza», porque, según dijo, «la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura».

«Cada vez van a ser más los que digan basta, porque la luz siempre puede más que las tinieblas», sentenció.

Ortega inició el 10 de enero su quinto mandato, el segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, tras unas elecciones marcadas por el encarcelamiento de opositores, y con nuevas sanciones de EE.UU y la Unión Europea (UE) contra familiares y allegados del mandatario.