— LOS BANCOS, ESLABÓN DÉBIL —
Ante la incertidumbre del futuro inmediato, los clientes de los bancos griegos han retirado en los últimos meses miles de millones de euros, lo que amenaza la supervivencia de las entidades.
Los bancos griegos sobreviven gracias a una línea de financiación de emergencia del Banco Central Europeo (BCE). La institución de Fráncfort no quiere aparecer como la causante de un seísmo bancario, pero tampoco podrá mantener indefinidamente a flote a los bancos griegos.
A medio plazo, dichos bancos deberán ser recapitalizados con dinero fresco, y para muchos economistas, haya o no haya acuerdo entre Atenas y sus acreedores, será necesaria alguna forma de control de capitales para evitar una mayor hemorragia.
— EL ESCENARIO DEL DEFAULT —
A falta de una ley sobre suspensión de pagos de los Estados soberanos y de reglas claras en la zona euro, todo ‘default’ por parte de Grecia abriría, necesariamente, un proceso muy confuso.
El calendario se acerca peligrosamente a la fecha tope del 30 de junio, cuando Atenas deberá abonar al FMI más de 1.500 millones de euros. Si no se efectúa el pago, la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, anunciará rápidamente que el Estado griego está en ‘default’. Poco después, el 20 de julio, hará otro tanto el BCE, al que Atenas debe otro pago ese mismo día.
Todo apunta a que el país no tiene ese dinero, de ahí la urgencia de desbloquear el último tramo de asistencia financiera, de unos 7.200 millones de euros y pendiente de desembolso desde hace casi un año. Para ello, Grecia y sus socios deberán por fin encontrar un acuerdo sobre objetivos fiscales y reformas.
— GRECIA NO PAGA. ¿QUÉ OCURRE DESPUÉS? —
Ningún tribunal pronunciará el eventual ‘default’ de Grecia. Las agencias calificadoras, como Standard and Poor’s y Fitch, han advertido que no se aplicaría su mecanismo, ya que la suspensión de pagos afectaría a acreedores públicos, tenedores de la mayor parte de la deuda griega.
Sin embargo, los bancos notarán el impacto de inmediato. Además de las retiradas de efectivo, el valor de los bonos del Tesoro griego, uno de sus activos fundamentales, se verá reducido a cero. El BCE, que hasta ahora aceptaba esos bonos como garantía para refinanciar a los bancos griegos, ya no podrá hacer nada y deberá cerrar el grifo.
— UNA SALIDA CASI INEVITABLE DE LA ZONA EURO —
Sin financiación del BCE ni de los inversores privados, el gobierno tratará de salvar los bancos recapitalizándolos con pagarés, apunta Holger Schmieding, economista de Berenberg Bank.
Esos títulos provisionales se emitirían en un principio a paridad con el euro, pero perderían rápidamente su valor. De aquí se derivaría una inflación galopante, una destrucción del ahorro, y un deterioro del nivel de vida.
Una vez en marcha, esta moneda «paralela» se extendería al sector privado. Grecia se encontraría de facto fuera de la moneda común.
— ¿Y DESPUÉS DEL ‘GREXIT’? —
El gran riesgo está en un «contagio», por el que los inversores empezarían a desconfiar de los llamados países «periféricos», como Portugal o España.
La mayoría de los expertos cree que ese riesgo, aunque existe, es mucho menor, gracias a la unión bancaria y a que el sector privado, y en particular los bancos, ha reducido en buena medida su exposición a Grecia.
El principal riesgo es político, ya que si Grecia sale, la zona euro aparecerá no como una unión sólida, sino como una unión monetaria de geometría variable y con una gobernanza débil.
Esto le daría argumentos a los euroescépticos de todo tipo, desde los que sueñan con una unión monetaria sin los Estados más vulnerables, hasta los que no paran de cargar contra las «imposiciones» de Berlín y Bruselas.