La Casa Blanca descartó este jueves que Rusia vaya a usar armas atómicas después de que suspendiera esta semana su participación en el último tratado de desarme nuclear que quedaba vigente entre ambos países.
Aun así, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional del Gobierno de EE.UU., John Kirby, tachó de «irresponsable» que Rusia haya suspendido su participación en el tratado START III o Nuevo START.
«Seguimos sin ver indicios de que el señor (Vladímir) Putin esté dispuesto, quiera, tenga intención o incluso se esté preparando para emplear armas nucleares de ningún tipo en ningún lado», apuntó Kirby.
En ese sentido, hizo hincapié en que el hecho de que Putin haya suspendido su participación en el Nuevo START «no significa» que vaya a lanzar un ataque con armamento atómico en Ucrania ni en ninguna otra parte, o que vaya a «iniciar una especie de confrontación nuclear».
El Pentágono informó el miércoles de que no iba a alterar su postura nuclear tras la decisión rusa, y este jueves Kirby destacó que EE.UU. está «cómodo» con su estrategia de «disuasión nuclear».
El portavoz explicó que el Nuevo START ayuda a ambos países a estar más seguros al imponer límites e inspecciones a sus respectivos arsenales atómicos.
No obstante, «es cierto que Rusia había dejado de cumplir muchos aspectos de este tratado», apuntó Kirby, quien llamó la atención sobre las contradicciones rusas, ya que poco después de que Putin anunciara la suspensión, «uno de sus responsables gubernamentales salió para decir que podía haber alguna forma de que siguiera en vigor».
Por tanto, indicó, «no está realmente claro para nosotros qué significaba exactamente cuando (Putin) dijo que estaba suspendiendo su participación».
Putin anunció el martes la suspensión del cumplimiento por parte de su país del Nuevo START, aunque matizó que Rusia no abandona el pacto, sino que se limita a suspenderlo por culpa de EE.UU.
Firmado en 2010 por los entonces presidentes estadounidense y ruso, Barack Obama y Dmitri Medvédev, el Nuevo START limita el número de ojivas nucleares de largo alcance que cada país puede tener desplegadas a 1.550.
También restringe el número de vehículos y sistemas de lanzamiento que pueden tener desplegados o en reserva Washington y Moscú, pero su pieza fundamental es el régimen de verificación que el tratado establece para asegurar que se cumplen estos límites.
En concreto, tanto EE.UU. como Rusia pueden llevar a cabo hasta 18 inspecciones al año de los arsenales nucleares del otro sin dar apenas tiempo al país receptor para prepararse: los técnicos dan aviso 32 horas antes de llegar y después eligen el lugar que quieren examinar, que debe ser respetado por las autoridades receptoras.
Hace un mes, Washington acusó a Moscú de estar incumpliendo el tratado al no permitir que técnicos estadounidenses realicen inspecciones en territorio ruso.