Los cancilleres y representantes de los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) suspendieron sin acuerdos este miércoles una reunión convocada para discutir la crisis en Venezuela, y negociarán ahora la fecha para un nuevo encuentro.
A medida que la situación en Venezuela se deteriora, con un saldo de 60 muertos en dos meses de protestas contra el presidente Nicolás Maduro y mayores privaciones económicas para su población, la OEA no fue capaz de superar las divisiones internas sobre si tiene -y cuál es- un rol para encontrar caminos que saquen al país caribeño de la crisis.
«Hemos acordado construir una ruta, construir consenso. Lo que hemos acordado es que nos vamos a poner de acuerdo», explicó el canciller de México, Luis Videgaray, luego de finalizada la reunión, hablando a título de los 14 países que apoyaban el proyecto de Declaración más duro.
De acuerdo con el jefe de la diplomacia mexicana, «el plazo que tenemos es muy claro: que lleguemos a un consenso antes de la Asamblea General» de la OEA a realizarse en Cancún del 19 al 21 de junio.
Mientras los cancilleres y representantes pronunciaban discursos en el salón principal en la sede de la OEA, equipos diplomáticos realizaron durante toda la tarde intensas negociaciones a puerta cerrada para alcanzar algún tipo de consenso, pero el fracaso fue inevitable.
Buscando consenso
En esta reunión se encontraban sobre la mesa dos declaraciones con tonos disímiles: una presentada por el bloque de 14 países del Caribe, el CARICOM, y otra lanzada por Perú, Canadá, Estados Unidos, México y Panamá.
Esta última enumeraba varias exigencias al gobierno venezolano, incluyendo la liberación de líderes opositores presos, suspensión de enjuiciamiento de civiles en tribunales militares, fijación de un calendario electoral con observación internacional independiente y el cese del llamado a una Asamblea Constituyente, elementos ausentes de la propuesta de Caricom.
Como el reglamento aprobado para esta reunión exigía un mínimo de 23 votos para aprobar una Declaración (con 34 delegaciones acreditadas, incluyendo a Venezuela), rápidamente quedó claro que no sería posible adoptar un documento que no fuera consensuado.
«Estamos realmente cerca» de un consenso, dijo la canciller colombiana, María Ángela Holguín, dando un balance «positivo» a la cita.
Videgaray, hablando luego solo a nombre de México, también se mostró optimista de lograr un acuerdo con el bloque caribeño y evocó «flexibilidad», pero dijo que los elementos del texto de 14 países son «indispensables».
Pero países aliados de Caracas y la propia Venezuela vieron en la suspensión un triunfo.
La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, dijo que «han sido derrotados», en alusión al secretario general de la OEA, Luis Almagro, y la oposición de su país.
«Llegaron con su plan de intervención a buscar un consenso y el único consenso es que no hay consenso. Se impuso la voz moral», afirmó desde la capital estadounidense a la televisora gubernamental venezolana, VTV.
«Salimos fortalecidos como países del Alba que defendemos la revolución», dijo el canciller de Bolivia, Fernando Huanacuni.
Divisiones en evidencia
La situación en Venezuela «sigue en la agenda», dijo en tanto Almagro a un centenar de manifestantes de ese país aglomerados fuera de la sede del organismo bajo un inclemente sol para expresar rechazo a su gobierno, al que calificaron a gritos de «dictadura», mientras un puñado vociferaba justo detrás consignas a favor de Maduro.
La suspensión de la reunión dejó nuevamente al descubierto las fracturas que han rodeado la discusión del tema venezolano en el seno de la OEA.
Precisamente la decisión del Consejo Permanente del organismo de convocar a la reunión de consultas motivó la decisión de Venezuela de iniciar formalmente su salida de la entidad continental, un proceso que tardará dos años en completarse.
Tras un mes de ausencia en las deliberaciones de la OEA, el gobierno venezolano se acreditó para la cita de cancilleres, pero finalmente su silla permaneció vacía durante la seis horas de debates.
En la apertura de los trabajos, la delegación de Nicaragua expresó su «más firme rechazo y enérgica condena» por el gesto «inamistoso» de la OEA de realizar una sesión de consultas sobre la situación en Venezuela sin el consentimiento de ese país.
Del lado contrario, varios gobiernos subrayaron la necesidad de que el continente encuentre mecanismos para una negociación entre el gobierno y la oposición, alertando sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela y exhortando a Caracas a reconsiderar su salida de la OEA.