Cuatro diputadas del partido islámico moderado en el poder en Turquía entraron el jueves en el parlamento con la cabeza cubierta con un pañuelo islámico, un tabú en un país donde los laicos denuncian una deriva islamista del régimen.
Estas mujeres fueron elegidas en las últimas elecciones legislativas de 2011 en las listas del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP, islamista moderado) del primer ministro Recep Tayyip Erdogan.
Erdogan abolió recientemente la prohibición de llevar el velo islámico en la administración pública.
Las cuatro diputadas, que no utilizaban el velo cuando fueron elegidas en las urnas, decidieron ponérselo para acudir a una sesión del Parlamento, considerado un lugar público.
El tema del velo es muy simbólico en Turquía, un país musulmán con fuertes discrepancias entre los laicos y los partidarios del islam en la política, que invocan la libertad de culto.
Hace más de una década que ninguna diputada se había puesto velo en este recinto. En 1999, Merve Kavakci se vio obligada a salir de la sala bajo los abucheos de los asistentes, sin poder prestar juramento.
Esta vez todo transcurrió sin incidentes, de lo que se felicitó el vice primer ministro Bülent Arinç.
«Hemos esperado con paciencia a que la democracia se reforzara» en Turquía, dijo delante de los diputados, felicitándose por un «cambio de mentalidad» en el país.
Las cuatro diputadas realizaron recientemente la peregrinación a La Meca, uno de los pilares del islam, y luego decidieron ponerse el velo por primera vez en su vida.
«Espero que todo el mundo respete mi decisión. El velo es un tema entre el creyente y su Dios», declaró una de ellas, Gönül Bekin Sahkulubey, citada por la prensa.
La oposición prolaica en la Asamblea Nacional, liderada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), denunció una «campaña política» del AKP antes de las elecciones municipales de marzo de 2014.
«El poder sólo se acuerda de la religión cuando hay elecciones en el horizonte», criticó Muharrem Ince, un influyente diputado del CHP en la sesión.
«¿Qué vamos a hacer si las diputadas se presentan en la sala con una burqa?», se interrogó Engin Altan, también del CHP.
Antes estaba estrictamente prohibido llevar el velo islámico en la administración pública.
Pero Erdogan acabó con esta prohibición en octubre.
El miércoles por la noche, el jefe del gobierno defendió la posición de sus diputadas, afirmando que no hacían más que respetar su religión.
También rechazó que esto oculte intenciones políticas. «La oposición dice que (el velo) es un símbolo político. Son tan ignorantes que ni siquiera saben que el pañuelo es una obligación de nuestra religión», lanzó.
La liberalización del uso del velo en todos los ámbitos, sobre todo el público, es una reivindicación emblemática de los defensores del islam desde el comienzo de los años 1970.
Las esposas de la mayoría de los dirigentes turcos llevan velo.
«Se puede considerar la llegada al Parlamento de diputadas con velo como una revancha histórica al caso Merve Kavakçi», comentaba un editorialista del diario liberal Milliyet.
La oposición y los círculos partidarios del laicismo acusan al gobierno, que en 2008 ya legalizó el uso del velo en las universidades, de abrir una nueva brecha.
En la última década, desde la llegada al poder del AKP, las instituciones consideradas como bastiones del laicismo, como las fuerzas armadas y la justicia, fueron perdiendo sus prerrogativas debido a las reformas gubernamentales.
De todos modos el laicismo continúa figurando en la Constitución turca. Es la herencia del que los turcos conocen como el padre de la nación, Mustafa Kemal Atatürk.
Acusado de querer «islamizar Turquía, el partido gubernamental desencadenó una oleada de protestas tras la adopción de medidas que gravan el alcohol y restringen su venta y consumo, prohibido en el islam.
En junio pasado, 2,5 millones de personas se echaron a la calle para protestar contra la política de Erdogan y expresar su preocupación por la creciente influencia del islam conservador.