Unos 50 países reforzarán este martes en La Haya las medidas destinadas a impedir que terroristas puedan acceder a material nuclear que les permita fabricar una bomba capaz de diseminar sustancias radiactivas.
La cumbre de Seguridad Nuclear (NSS) comenzó el lunes pero estuvo dominada la primera jornada por la crisis ucraniana y una reunión del G7 en la que las potencias más industrializadas del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) decidieron aislar aún más a Rusia.
Este martes las delegaciones se concentraron más en la agenda del día.
«Nuestro objetivo es eliminar los eslabones frágiles de la seguridad nuclear», afirmó el ministro holandés de Relaciones Exteriores, Frans Timmermans, cuyo país organiza este año la tercera cumbre NSS en una capital, blindada por la presencia de numerosos jefes de Estado.
Algunos Estados quieren ir más rápido que otros y 35 aceptaron comprometerse a aplicar estándares internacionales más estrictos y reforzar la cooperación.
«La seguridad nuclear es responsabilidad nacional» pero es esencial «aprender de experiencias de unos y otros» y «aplicar las líneas de conducta» de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que debe tener un rol cada vez más central, sostuvo Timmermans.
Esto representa «el avance más importante de la cumbre», comentó Miles Pomper, experto del centro James Martin para Estudios sobre la no proliferación. Pero «sería necesario que la totalidad de los países que participan de la cumbre firmen también este texto, sobre todo Rusia».
De los 53 países que participan de la cumbre 35 firmaron este compromiso. Chile y México suscribieron, pero no así Argentina y Brasil. Estos son los cuatro países de América Latina que participan de la cumbre. China y Rusia tampoco suscribieron el documento.
El otro anuncio importante de la cumbre fue el compromiso de Japón de reenviar a Estados Unidos más de 300 kg de plutonio y casi 200 kg de uranio altamente enriquecido que le habían sido entregados por Washington y Londres durante la Guerra Fría con fines de investigación.
Estos materiales están almacenados en construcciones situadas a unos 140 km al noreste de Tokio, un objetivo fácil para los terroristas, según los expertos.
«Reenviando estos materiales nucleares, podemos prevenir el riesgo de ataques nucleares terroristas», indicó el lunes el consejero especial para temas nucleares japonés, Yosuke Isozaki.
Nueva cumbre en 2016
La lucha contra la amenaza terrorista nuclear está en el corazón del legado político que desea dejar el presidente estadounidense Barack Obama, que había lanzado la primera cumbre de Seguridad Nuclear en 2010 y cuya cuarta edición se llevará a cabo en 2016 en Washington.
El objetivo es ambicioso ya que «hay casi 2.000 toneladas de material listo para ser utilizado en un arma que ya está en circulación en el mundo», recordó el primer ministro holandés, Mark Rutte.
En el comunicado final, los dirigentes deben reconocer que se efectuaron «progresos significativos» en los últimos cuatro años para garantizar la seguridad de las reservas de uranio altamente enriquecidas, así como de plutonio.
Los debates también giraron en torno a la dificultad para hacer respetar los acuerdos existentes en el sector nuclear, como lo ilustra la crisis ucraniana.
Ucrania aceptó en 1994 desmantelar su arsenal nuclear heredado de la URSS a cambio de la garantía de su integridad territorial, según el Memorando de Budapest.
«Las garantías» ofrecidas a Ucrania «eran una condición esencial para firmar el Tratado de No Proliferación», dijo el lunes el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
«Sin embargo, la credibilidad de las garantías ofrecidas a Ucrania en el Memorando de Budapest de 1994 se vieron seriamente socavadas por los recientes acontecimientos», añadió.
«Las implicaciones son profundas, tanto para la seguridad regional como para la integridad del régimen de no proliferación nuclear», sostuvo Ban.