Al menos cuatro personas fallecieron el miércoles en un tiroteo registrado en la base militar de Fort Hood (Texas, sur de Estados Unidos), incluido el atacante que se suicidó, informó una fuente oficial, que dio cuenta además de 16 heridos.
«No hay indicios de que este incidente esté relacionado con terrorismo», afirmó en una rueda de prensa el teniente general Mark Milley, quien precisó que el responsable de la matanza sirvió en la guerra de Irak y sufría estrés post-traumático.
La base militar, que ordenó su cierre, dijo en un comunicado que «el personal herido está siendo trasladado al hospital Carl R. Darnall (de Fort Hood) y a otros hospitales locales».
Asimismo, informó que un amplio operativo de agentes ha sido desplegado en la zona.
La base pidió por Twitter a todo el personal que se pusiera a resguardo en cuanto detectó que había un tirador en sus instalaciones.
Un testigo describió al presunto responsable del tiroteo como un hombre blanco que conducía un vehículo Toyota de color gris y que habría usado una pistola de calibre 45, según relató a KCEN TV, y afirmó que el sospechoso estuvo en el edificio médico de la base militar.
El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo desde Chicago (norte) que su gobierno está siguiendo de cerca el desarrollo de los acontecimientos en Fort Hood.
«Sólo quiero garantizar a todos que llegaremos al final para saber qué ha sucedido», declaró. «Estamos desolados de que esto haya podido suceder otra vez», añadió.
Un portavoz del Pentágono aseguró por su parte que el secretario de Defensa, Chuck Hagel, está siendo informado de todo lo que sucede en Fort Hood.
El 9 de noviembre de 2009, el mayor Nidal Hasan disparó en una área donde se preparan los soldados destinados a zonas de conflicto. El incidente dejó 13 muertos y 28 heridos.
Fort Hood es la base militar estadounidense más grande del mundo, en donde viven al menos 52.000 soldados y varios miles de civiles. De allí salen las tropas destacadas en la mayoría de los conflictos desde la Guerra de Vietnam.