Un joven murió este miércoles durante una multitudinaria protesta contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en Caracas, elevando la indignación por una escalada de violencia que deja 38 fallecidos en 40 días de manifestaciones.
Miguel Castillo, de 27 años, falleció por una herida en el tórax -cuya causa no precisó la Fiscalía-, tras participar en la movilización de miles de opositores, que degeneró en fuertes choques con policías y militares.
Varios manifestantes fueron impactados por las ráfagas de bombas lacrimógenas que lanzaron militares y policías desde camiones blindados contra la marcha en la principal autopista de Caracas.
«¡Asesinos!» y «¡nos están matando», gritaron entre llantos varias personas en el centro médico, tras confirmarse la muerte de Castillo.
Al conocer de este fallecimiento, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, condenó «la brutal represión del régimen».
Las manifestaciones, que exigen la salida de Maduro mediante elecciones generales, iniciaron el 1 de abril luego de que el máximo tribunal de justicia se adjudicó temporalmente los poderes del Parlamento, único poder que controla la oposición.
Justamente la marcha de este miércoles buscaba llegar a la sede del tribunal, en el centro de Caracas, pero siempre los antimotines han bloqueado y dispersado a los manifestantes a punta de gases.
Más firme que nunca
Con escudos de madera y metal, y encapuchados, decenas de jóvenes se pusieron al frente de la movilización, lanzando piedras, cócteles molotov y bombas de pintura contra las uniformados. Algunos arrojaron excrementos.
La multitud se replegó luego de tres horas ante al aumento de los gases y los chorros de agua. «Estuvo dura la gente, estamos aprendiendo, costó hacernos retroceder», comentó a la AFP Rodrígo Moscoso, de 43 años.
Los opositores también rechazan la convocatoria de Maduro a una Asamblea Constituyente «popular», por considerar que con ello busca una «Constitución a su medida para perpetuarse en el poder».
«La moral de este pueblo está más firme que nunca. No vamos a aceptar una Constitución hecha por Maduro y sus amigos», afirmó el líder opositor Henrique Capriles, mientras se limpiaba con un pañuelo restos de gases.
Las marchas tienen como combustible el malestar popular por la crisis económica que golpea al país petrolero, con una severa escasez de alimentos y medicinas y una inflación que es la más alta del mundo.
La situación genera preocupación internacional. Este miércoles, la OEA aplazó para el lunes la definición de la fecha en que los cancilleres abordarán la crisis, en lo que la canciller venezolana Delcy Rodríguez consideró como «una derrota» de los «países intervencionistas».
¿Militarización de la justicia?
La tensión aumentó esta semana con el enjuiciamiento de civiles en tribunales militares, lo que la oposición denunció como una maniobra del gobierno para «criminalizar» y «desactivar» las protestas. El gobierno aún no se pronuncia sobre esos procesos.
Según el director de la ONG Foro Penal, Alfredo Romero, 73 personas han sido encarceladas, acusadas de «rebelión» por tribunales militares, sobre todo en el estado Carabobo (noroeste).
La Fiscalía pidió este miércoles que sean juzgados por tribunales civiles y no militares 14 detenidos en Rosario de Perijá (noroeste), donde un grupo de personas destrozó la estatua del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) e intentó quemar la alcaldía.
«Si ya militarizaron todo, ¿cómo no van a militarizar la justicia? (…) quieren control total», aseguró el diputado opositor Henry Ramos Allup. Almagro calificó la medida como una «práctica de las dictaduras».
¿Constituyente de paz o guerra?
Maduro, cuya gestión es rechazada por el 70% de los venezolanos según encuestas, asegura que las manifestaciones han derivado en «actos terroristas» y focos de «insurgencia armada».
El presidente dijo haberse visto obligado entonces a convocar a una Constituyente para reforzar la Constitución que impulsó su mentor Chávez y lograr la reconciliación del país.
«Maduro dio un ‘batacazo’ (golpe inesperado) a la oposición con esta Constituyente. Aquí no van a traer el caos», dijo el joven Andrés Mejía, en una masiva concentración de chavistas en el centro.
En el acto, Elías Jaua, delegado presidencial para impulsar la Constituyente, la defendió como el «camino a la paz» frente a la «violencia de la derecha fascista».
La oposición descarta participar en la Constituyente, porque la mitad de los 500 asambleístas serán elegidos entre sectores controlados por el chavismo, lo que a su juicio niega el voto universal. Maduro asegura que será «popular» y no de «élites».
La Constituyente deja en suspenso las elecciones presidenciales de diciembre de 2018, las de gobernadores (pospuestas en 2016) y las de alcaldes de 2017.