El Salvador
domingo 24 de noviembre de 2024

EL HÉROE SE APAGÓ APACIBLEMENTE

por Redacción


Nelson Mandela murió este jueves a los 95 años. El presidente de Sudáfrica Jacob Zuma confirmó el deceso del gran líder. El mundo está de luto.

El primer presidente negro de Sudáfrica, Nobel de la Paz y héroe de la lucha contra el régimen segregacionista del apartheid, Nelson Mandela, fallecido este jueves a los 95 años, era venerado como un semidiós, un santo que, según él mismo decía, nunca fue.

También lo decía su tercera esposa, Graça Machel. «Es tan especial», contó en una entrevista a la televisión Al Jazeera, pero «no es un santo. Tiene debilidades».

Él mismo, citado en una compilación reciente de escritos y de declaraciones, mencionaba «la falsa imagen que sin querer había proyectado en el mundo; me consideraban un santo. Nunca lo he sido».

Sin embargo era tabú criticar a Madiba, nombre de clan de quien todo el mundo llama «Tata», «Abuelo».

Para preservar la reputación de la figura mítica, el nonagenario se mantuvo durante los últimos años al margen de un público pendiente de cada una de sus apariciones. Su fundación se encargaba de desmentir cada especulación sobre su salud decrépita.

El joven Mandela cayó en el olvido y la memoria colectiva recuerda sólo al reconciliador, a quien supo alejar Sudáfrica de la guerra civil que se abatía sobre ella en los años 1990, y borró de un zarpazo al rebelde que a finales de 1961 lanzó la lucha armada contra el régimen segregacionista.

«Mandela se convirtió en un santo cuando fue encarcelado en Robben Island, símbolo fuerte de opresión y de aislamiento», estima Aubrey Matshiqi, del Centro de Estudios Políticos sudafricano.

La tolerancia y la clemencia que demostró a su salida de la cárcel alimentaron -dice el analista- una imagen de «pureza».

Casi 17 años después de las primeras elecciones multirraciales que llevaron a Mandela al poder, Sudáfrica siente la necesidad de mantener este símbolo en una sociedad carcomida por la falta de igualdad, destaca.

El culto del hombre perfecto se extiende a nivel mundial ya que Madiba «encarna los valores universales de libertad y de reconciliación», según Matshiqi.

Prueba de ello son las obras en su honor, como la película de Clint Eastwood «Invictus», que refuerzan el mito.

En Soweto, la gran barriada cercana a Johannesburgo donde el héroe residió un tiempo, los turistas se disputan posavasos, camisetas, relojes, cucharillas y joyas con su efigie pese a los esfuerzos de la fundación por evitar que degenere en un fenómeno como el del Che Guevara.

Hasta que la Fundación cortó por lo sano hace unos meses con la costumbre, políticos y estrellas de todo tipo intentaban por todos los medios hacerse una fotografía a su lado.

Sólo unas pocas voces discordantes osaron romper el mar de elogios.

«Cuando oigo decir: ‘Si la humanidad tuviera que elegir un padre, se llamaría Mandela’, no me apunto. Nelson Mandela es un político. No es un mito», declaró el presidente (saliente) marfileño Laurent Gbagbo a la revista Jeune Afrique.

Algunos estiman que pudo haber hecho mucho más durante su mandato presidencial para combatir la pobreza y el sida, «quizá su mayor fracaso como él mismo llegó a admitir», resalta Mark Gevisser, autor de una biografía sobre Thabo Mbeki, su sucesor.

«Mandela no es ciertamente un santo», insistió hace poco el último presidente del apartheid Frederik de Klerk, quien negoció con él el paso a la democracia y compartió el Nobel de la Paz en 1993.

«Con frecuencia era exagerado y a veces bastante injusto en nuestras interacciones, pero formaba parte del juego político», recuerda, pese a considerarlo una de las principales «personalidades políticas del final del siglo XX».

Fragmentos de su vida

El 11 de febrero de 1990, los ojos del mundo se concentraban en el paso firme con el que el que Nelson Rolihlahla Mandela abandonaba la prisión Victor Verster, en una de las más poderosas imágenes de nuestro tiempo, tras haber permanecido 27 años tras las rejas.

El prisionero número 46664 abrazó a las mismas personas que lo habían encarcelado y habían brutalizado a otros negros y puso toda su energía en lograr una «verdadera reconciliación», en un país devastado por tres siglos de segregacionismo impuesto por la minoría blanca.

Una lucha por la que en 1993 recibió el Premio Nobel de la Paz junto a su interlocutor en la transición, el último presidente del apartheid, Frederik de Klerk.

En 1994 fue elegido triunfalmente jefe de Estado, con un mandato de cinco años, tras el cual se retiró de la política interna.

El arzobispo anglicano Desmond Tutu, otro Nobel de la Paz y conciencia moral de Sudáfrica, lo definió como «un icono mundial de la reconciliación».

El camino había sido largo desde su arresto en 1962 y su condena dos años más tarde a cadena perpetua bajo acusaciones de sabotaje y conspiración.

Ya en su juicio hizo una proclama que prefiguraba su destino: «He dedicado toda mi vida a luchar por los africanos. He luchado contra la dominación blanca y también contra la dominación negra. Acuno el ideal de una sociedad libre y democrática. Por ese ideal estoy dispuesto a morir».

Y treinta años más tarde, el 10 de mayo de 1994, asumía la presidencia manteniendo su inquebrantable profesión de fe: «Estamos forjando una alianza que nos permitirá construir una sociedad en la que todos los sudafricanos, negros y blancos, puedan caminar con la cabeza alta (…), una Nación arco iris en paz consigo misma y con el mundo», declaró.

En sus años de encierro, se había propuesto entender a sus adversarios; estudió su lengua -el afrikaaner- y su poesía y tendió puentes con ellos.

Mandela nació el 18 de julio de 1918 en el Transkei (sureste), en el seno de un clan real. Su padre le llamó Rolihlahla, «el que trae problemas» en lengua xhosa, y un maestro le añadirá Nelson.

De hecho, Mandela manifestó muy pronto un espíritu rebelde y es expulsado de la universidad negra de Fort Hare por un conflicto sobre la elección de representantes estudiantiles.

En Johannesburgo, el pasante de abogado, aficionado a las mujeres y al boxeo, milita en el Congreso Nacional Africano (CNA) y figura entre los fundadores de la Liga de la Juventud de ese partido.

Decide endurecer la lucha ante un régimen que en 1948 había institucionalizado el apartheid. Es detenido en varias ocasiones y en 1956 es juzgado una primera vez, aunque es absuelto.

En 1957 es nombrado jefe del CNA, que da el salto a la lucha armada tras ser ilegalizado en 1960.

Durante sus años de reclusión en la isla-prisión de Robben Island (a la altura de Ciudad del Cabo), o desde otras celdas, Mandela inspirará a sus compañeros.

A partir de 1985, el régimen del apartheid, asfixiado por las sanciones internacionales y la incesante rebelión interna, inicia contactos secretos con el CNA.

Venerado por los negros, se gana poco a poco el afecto de los blancos, pasmados por su falta de resentimiento. Una actitud simbolizada en 1995 cuando viste la casaca de la selección nacional de rugby, deporte emblemático de los antiguos señores blancos, en la final del Mundial que ganan los Springboks sudafricanos.

Tras su retiro de la política oficia de mediador en el proceso de paz en Burundi, en el caso Lockerbie (que oponía a Libia y Gran Bretaña) y -sin éxito- en Medio Oriente.

También puso su prestigio al servicio de causas como la lucha contra el sida, que topaba con numerosos prejuicios en Sudáfrica, y por la infancia desfavorecida.

Dos temas que tocaban de cerca a este hombre al que la prisión impidió ver crecer a su progenitura y al que el sida le arrebató en 2005 al mayor de sus hijos, Makgatho.

Tuvo cinco, de sus matrimonios con Evelyn Wase (1944) y con Winnie Madikizela (1958).

A los 80 años se casó con Graça Machel (viuda del presidente mozambiqueño Samora Machel), 27 años menor que él.

Mandela y Fidel Castro en 2011.

Mandela y Fidel Castro en 2001.

Luto mundial

Líderes de todo el mundo han expresado su pesar por el deceso de Madiba. Lea seguidamente algunas de las reflexiones en torno al gran liberador africano.

«El ejemplo de este gran líder guiará a todos aquellos que luchan por la justicia social y la paz en el mundo». Dilma Rousseff, presidenta de Brasil.

«Durante 24 años (desde su liberación) Madiba nos enseñó cómo vivir juntos y a creer en nosotros mismos y en cada uno. Él ha sido un unificador desde el momento en que salió de la cárcel» en enero de 1990. Arzobispo Desmond Tutu, otro héroe de la lucha antiapartheid y Premio Nobel de la Paz.

«Mandela es un héroe de nuestro tiempo… Un hombre que marcó en la historia mundial un hito insuperable de entrega y consecuencia… Tal vez porque amó la vida, fue capaz de ofrecerla para lograr la libertad y la dignidad del ser humano». José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

«Muchos en el mundo han sido influenciados por su lucha a favor de la dignidad humana, la igualdad y la libertad. Tocó nuestras vidas de una manera muy personal y profunda… Debemos inspirarnos de su sabiduría, de su determinación y de su compromiso para esforzarnos en hacer de este un mundo mejor». Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU.

«Sudáfrica perdió hoy a su padre, el mundo perdió a un héroe… Nelson Mandela murió hoy, pero su legado permanecerá por siempre. Fue un luchador, un líder y una fuente de inspiración para mucha gente en el mundo». Martin Schulz, Presidente del Parlamento Europeo.

«Con su brava dignidad y su inquebrantable disposición para sacrificar su propia libertad por la libertad de otros, él ha transformado a Sudáfrica y nos ha conmovido a todos… No veremos más a alguien como Nelson Mandela». Barack Obam, Presidente de los Estados Unidos.

«En riguroso luto, me despido de una personalidad extraordinaria, probablemente uno de los mayores humanistas de este tiempo y un querido amigo: Nelson Rolihlahla Mandela. Con Nelson Mandela compartí la profunda convicción en el extraordinario poder del fútbol para unir al ser humano de forma pacífica y amistosa y expresar los valores sociales y educativos como una escuela de la vida». Joseph Blatter, Presidente de la FIFA.

«Una gran luz se apagó en el mundo. Nelson Mandela era una figura emblemática de nuestros tiempos; una leyenda en vida y ahora en la muerte, un héroe del mundo». David Cameron, Primer Ministro Británico.

«Junto al pueblo de Sudáfrica, en Alemania estamos de luto por Nelson Mandela… El ejemplo de Nelson Mandela, la herencia política de su combate no violento así como su rechazo a toda forma de racismo seguirán siendo durante mucho tiempo una inspiración para los pueblos del mundo entero». Angela Merkel, Canciller alemana.

«Fue un símbolo de la liberación del colonialismo y de la ocupación para todos los pueblos que aspiran a la libertad». Mahmud Abas, Presidente palestino.

 

** Venezuela, tres días de luto

El presidente venezolano Nicolás Maduro decretó este jueves tres días de luto por la muerte del líder sudafricano Nelson Mandela, al que describió como «un gigante de los pueblos».

«Se va otro gigante de los pueblos del mundo. (…) ¡Madiba, vivirás por siempre!», escribió en su cuenta oficial de la red social Twitter el mandatario, quien recordó que Mandela murió cuando se cumplen, este jueves, nueve meses del deceso del expresidente Hugo Chávez (1999-2013).

«En homenaje al Gigante Nelson Mandela decidí en nombre de toda Venezuela, decretar tres días de duelo en toda la Patria de Bolívar y Chávez», añadió el mandatario venezolano quien se despidió del luchador contra régimen de segregación racial sudafricano al grito de «¡Hasta la victoria siempre!».

Mandela visitó en 1991 Venezuela, cuando era presidente Carlos Andrés Pérez y recibió la orden del Libertador Simón Bolívar en grado de Gran Cordón.

El líder opositor Henrique Capriles también envió mensajes de reconocimiento al expresidente sudafricano. «Falleció un ejemplo para el mundo. Mandela, símbolo de lucha contra el apartheid, que Dios lo tenga en su gloria y nunca olvidemos su legado», escribió en twitter.

 

https://www.youtube.com/watch?v=ZTe9vngftvA