Una marcha pacífica y con antorchas puso fin a un viernes de manifestaciones violentas en Honduras contra el «fraude» que el candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, asegura ha sido víctima en las elecciones generales del 26 de noviembre.
Portando banderas de Honduras, del partido Libertad y Refundación (LIBRE) y la Alianza de Oposición, de los que su coordinador general es el expresidente Manuel Zelaya, miles de hondureños marcharon en Tegucigalpa coreando consignas contra el «fraude» y el presidente del país, Juan Orlando Hernández, quien pretende reelegirse.
El gobernante fue el candidato del Partido Nacional en las elecciones generales, las que ganó, según el último informe preliminar del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con una apretada ventaja sobre Nasralla de 1,53 %, en las 18.128 mesas electorales en las que se votó para presidente.
La «marcha de las antorchas», promovida por un denominado movimiento de «indignados contra la corrupción», recorrió un bulevar de la capital hondureña hasta finalizar frente a la Embajada de Estados Unidos, para exigirle a ese país que «respete la voluntad del pueblo» y donde entonaron el himno nacional de Honduras.
Uno de los dirigentes de LIBRE, Juan Barahona, dijo que Estados Unidos, al que acusan de pretender favorecer al oficialismo, debe «respetar la decisión de los hondureños, que eligieron a Salvador Nasralla como el nuevo presidente de Honduras».
Con la marcha cerró un viernes violento en las principales ciudades y carreteras que dejaron decenas de lesionados entre manifestantes, policías y militares, incendidados al menos tres camiones, uno del Ejército, y una alta contaminación ambiental por la quema de centenares de neumáticos y basura, entre otros cuantiosos daños.
Las manifestaciones, que según Zelaya fueron «pacíficas», paralizaron parcialmente al país centroamericano, que estuvo casi todo el día incomunicado por vía terrestre en varias de sus principales ciudades.
En algunas bulevares de ciudades como San Pedro Sula, norte, los manifestantes cortaron árboles grandes, que quedaron atravesados a lo ancho de las vías para completar las barricadas con neumáticos y piedras e impedir la circulación de vehículos.
Muchos hondureños tuvieron que caminar largas distancias para llegar a sus trabajos, incluso hubo afectados por los gases lacrimógenos de las bombas que lanzaban los policías en un intento por querer desalojar las manifestaciones.
En algunos sitios la protesta terminó en batalla campal entre manifestantes y policías, mientras densas nubes negras de los neumáticos incendiados se elevaban en todas las tomas de carreteras.
En Tegucigalpa, las protestas se desarrollaron en varios sitios, entre ellos las salidas hacia el norte, sur, oriente y los cercanos pueblos turísticos de Santa Lucía y Valle de Ángeles.
Uno de los manifestantes que encabezó el cierre de carreteras en la capital fue el expresidente Zelaya, derrocado en junio de 2009, quien le pidió al presidente Hernández que permita el recuento de voto por voto de las elecciones para poner fin a la crisis política que está viviendo el país.
El TSE, que aún no ha declarado al presidente electo, tiene hasta el 26 de diciembre para dar a conocer los resultados oficiales de los comicios, en los que además se votó para 128 diputados del Parlamento local, 20 del Centroamericano y 298 alcaldías.
Zelaya reiteró hoy que las protestas en las calles seguirán hasta que el presidente Hernández salga del poder si no se le reconoce el «triunfo» a Salvador Nasralla