La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, habló de la tortura psicológica y golpes a que fue sometida tras su detención en 1975 bajo la dictadura de Augusto Pinochet, y explicó cómo la madurez la ayudó a reconciliarse con el pasado.
En un reportaje emitido la noche del jueves en un canal chileno, la mandataria relató detalles de su paso por el centro de tortura Villa Grimaldi, luego de ser detenida por la policía política en 1975 junto a su madre Ángela Jeria.
«Recibí tortura psicológica esencialmente, y algunos golpes, pero no me ‘parrillaron’ (tortura mediante aplicación de descargas eléctricas sobre un somier metálico)», narró Bachelet al canal de TV Chilevisión.
Miles de personas pasaron por el centro de detención Villa Grimaldi en Santiago, 236 de los cuales fueron ejecutadas o figuran como desaparecidos. «Tuve suerte comparada con tantos otros, muchos de ellos murieron», señaló.
El padre de la presidenta, el general Alberto Bachelet, fue detenido por mantenerse fiel al gobierno del derrocado Salvador Allende y murió en la cárcel en 1974 a causa de las torturas a las que fue sometido por sus propios subalternos.
Bachelet y Jeria por su parte, fueron obligadas al exilio tras ser liberadas. Vivieron primero en Australia y luego en Alemania, donde Bachelet continuó sus estudios de medicina.
«Al comienzo tenía mucha rabia, un dolor infinito», explicó la mandataria. «Sentía indignación. No me hubiera imaginado en ese momento dialogando con personas con las que después fui capaz de dialogar», dijo quien fue la primera mujer ministra de Defensa y presidenta en Chile (2006-2010).
Villa Grimaldi era un antiguo restaurante con piscina emplazado en las afueras de Santiago, en lo que hoy es la comuna de Peñalolén, donde la élite de la época se divertía. Tras el golpe de estado de Pinochet fue reacondicionado como centro de detención y torturas de miles de opositores, tal como otra decena de recintos en todo el país.
En 1997 fue inaugurado el Parque por la Paz Villa Grimaldi, un sitio de reflexión y memoria que hoy está abierto a toda la comunidad, y que Bachelet ha visitado en calidad de «superviviente» para homenajear a los allí desaparecidos.
– Una relación que la marcó –
Bachelet también habló de quien era su pareja durante el golpe de estado en 1973, el dirigente socialista Jaime López Arellano, quien actualmente figura como desaparecido.
«Me encantaría saber lo que pasó realmente con él: si está desaparecido, si está muerto, si está en algún otro lado», dijo la mandataria.
La relación de López Arellano con Bachelet marcó profundamente a la mandataria, una militante socialista en clandestinidad, tras conocerse versiones de que el dirigente habría delatado a colegas cuando fue detenido y supuestamente torturado por la policía política.
Bachelet recogió varias de las versiones: «Una es que él, producto de la tortura, habría entregado nombres. Sin embargo, él vivió en casas de gente cuyos nombres no entregó», dijo. «Otra gente dice que él entregó ciertos nombres porque le dijeron que si no lo hacía, me iban a matar a mí y a mi mamá en el extranjero», agregó.
«Fue muy duro para mí porque yo tenía este tema del deber, porque era joven, y probablemente cuando uno es joven es mucho más de blanco o negro, y lo viví como una traición personal y a la causa», reconoció sobre un capítulo que sus biógrafos citan para explicar la desconfianza como rasgo de su personalidad política.
«Hoy lo miro con una mirada más madura», agregó, y manifestó su deseo de conocer el paradero de quien fue su pareja.
Bachelet, médico pediatra, se casó con un chileno en Alemania con quien tuvo sus dos primeros hijos, y luego de separarse, tuvo otra hija con otra pareja ya en Chile. Hoy se declara madre soltera de tres hijos.
La dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) dejó más de 3.000 muertos y 38.000 torturados en Chile, según cifras oficiales.