El príncipe Carlos accede al trono del Reino Unido tras siete décadas esperando su turno, pues se convirtió en heredero a los 3 años de edad, cuando su madre, Isabel II, asumió la corona el 6 de febrero de 1952.
Carlos, casado en segundas nupcias con Camilla, duquesa de Cornualles, llega a reinar cuando ya es abuelo y pasada la que para algunos es la edad de jubilación, aunque su madre ya se saltó esta convención al sostener el cetro hasta los 96 años, la soberana más longeva en la historia británica.
Durante este tiempo de espera, el príncipe de Gales, que tiene dos hijos, Guillermo y Enrique, de su primera esposa, la princesa Diana, ha batido varios récords, el primero de los cuales es haber sido el heredero de más edad.
El heredero de más edad
El primogénito de Isabel II batió esta marca el 19 de septiembre de 2013, cuando superó a su antepasado Guillermo IV, que accedió al trono en junio de 1830, a los 64 años, tras morir su hermano Jorge IV.
Guillermo IV murió sin herederos en 1837 y le sucedió su sobrina Victoria, que se convirtió a su vez en la monarca británica con más años de reinado, con 63, seguida de cerca por Isabel II.
Aunque Carlos ha sido el heredero varón más viejo, no ha logrado batir a la mujer que más años de espera acumuló, Sofía de Hannover (1630-1714), que falleció a los 83 años sin haberse puesto la corona.
Además de haber sido el heredero más longevo, también es el que más tiempo ha ocupado el cargo, superando a Eduardo VII, que llegó al trono con 59 años tras la muerte en 1901 de su madre, Victoria.
Desde su más tierna infancia, el príncipe Carlos, que cuenta con un amplio séquito de ayudantes, ha sido preparado para ser rey, lo que ha hecho aún más agonizante la espera.
Al convertirse en abuelo del príncipe Jorge, hijo de Guillermo y Catalina, el 22 de julio de 2013, bromeó con que el nacimiento había sido el acontecimiento más destacado de sus entonces 64 años de existencia.
Una impaciencia no disimulada
Anteriormente, Carlos ha indicado que lamentaba la larga espera y, en un vídeo oficial grabado durante una visita a Escocia en 2012, sugirió que la perspectiva de su reinado se estaba reduciendo.
«¿Impaciente? ¿Yo? Qué sugerencia. ¡Pues claro que lo soy! Se me acabará el tiempo pronto. Me habré extinguido, si me descuido», declaró entonces.
Su biógrafa, Penny Junor, ha señalado que, como contrapartida, convertirse en rey impedirá a Carlos ocuparse de lo que hasta ahora ha llenado su vida, su lucrativa finca del ducado de Cornualles, con la que comercializa productos alimenticios de calidad, y sus diversas organizaciones de beneficencia.
Junto a la determinación de su madre, que a los 21 años prometió servir al Reino Unido y a la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth, excolonias) toda su vida, «corta o larga», Carlos ha tenido que hacer frente a la mayor popularidad de sus hijos.
Una encuesta hecha en julio de 2013, tras el nacimiento del príncipe Jorge -tercero en la línea de sucesión-, indicó que los miembros de la realeza más populares después de la reina eran los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, y el príncipe Enrique.
Además de sus problemas personales, como el amargo divorcio de la princesa Diana, ha contribuido a su impopularidad su imagen pública, pues a menudo es percibido como estirado y pomposo.
Se le achaca no querer aceptar las limitaciones actuales del monarca, que es una figura puramente ceremonial, y se ha sabido que ha escrito al Gobierno para intentar influir en asuntos nacionales.
En esta nueva etapa, cuando ocupará el papel para el que nació y fue educado, Carlos podrá por fin demostrar si, después de haberse adaptado al rol de eterno heredero, puede también conquistar el de rey.